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Ortuño, agitador sin pólvora

El murciano, en su primer partido completo, malogra una gran ocasión

Ortuño, agitador sin pólvora

Una revolución anunciada. Herrera, igual que ante el Llagostera en Palamós -el pasado 25 de enero en la disputa de la 22ª jornada- formó ayer de inicio con Alfredo Ortuño y Sergio Araujo. Dos nueves puros ante la crisis de gol y que terminó de forma trágica. La UD firmó dos tantos, el primero tras una acción de furia de Simón y el 4-2, desde los once metros de Momo. La fórmula Ortuño-Araujo dio resultado en el tramo inicial. El colegiado Arcediano Monescillo señaló dos fueras de juego, uno a cada delantero de la UD, que pudo haber terminado en gloria. En ese sentido, lastró de forma notable la puesta en escena de la dupla de pólvora en la primera media hora de la batalla.

Pero no vale de excusa para el naufragio. Araujo se ubicó detrás de Ortuño y solo contó con una clara ocasión que desbarató Munir. Un centro de Simón, que aprovechó un pase de genio de Momo, llegó a los pies del argentino, que en el área pequeña, estrelló el esférico en los guantes del meta local.

En lo referente al delantero murciano Ortuño -cedido por el Granada y que esta semana había reclamado más protagonismo en el ataque amarillo-, firmó su primer encuentro íntegro tras llegar el pasado enero. Mantuvo una pelea titánica con los zagueros del Numancia y desperdició una ocasión clamorosa. Avanzada la segunda parte, controló el balón y se marchó por velocidad de su marca. Ya solo ante Munir, mandó el balón a las nubes. No fue su día.

Esta sociedad contó con el respaldo de Momo y Roque. Faltó claridad y velocidad, las piezas ofensivas se quedaron sin gasolina en su lucha por salir del infierno. Una y otra vez se estrellaron en la muralla de Anquela. Faltó paciencia y una brújula. Con la entrada de Valerón, Araujo y Ortuño elevaron su potencial ofensivo. Apareció la inspiración pero siguen sin dinamita.

El argentino ya encadena diez jornadas sin marcar. Se ha quedado en las 13 dianas, congelado en un registro con tintes malditos. Desde la 20ª jornada ante el Zaragoza, la UD se busca a sí misma en un viaje hacia ninguna parte. Ayer, la dupla no fue el bálsamo mágico.

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