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Baloncesto Liga Endesa

Martínez atormenta al Granca

El Herbalife desperdicia una ventaja de 16 puntos (63-47, min. 28) y cae ante el colista

Kendall y Fotu pelean por un rebote. QUIQUE CURBELO

Cuando Pedro Martínez aceptó el reto de entrenar a La Bruixa d'Or Manresa sabía, como Vasili Chuikov en 1942 tras recibir el encargo de proteger Stalingrado durante la Segunda Guerra Mundial, a lo que se enfrentaba. "Vamos a defender la ciudad o morir en el intento", le prometió el teniente general del Ejército Rojo a Nikita Kruschev cuando le trasladaron la orden de Iosif Stalin. Las tropas soviéticas, entonces, resistieron primero y luego derrotaron a los soldados nazis a las puertas del Cáucaso. Ahora, casi 73 años después de aquella cruel batalla, el equipo catalán pelea por la permanencia en la Liga Endesa a las órdenes de Pedro Martínez como si le fuera la vida en ello, casi con la misma fe que demostraron todos los que sostuvieron la bandera rusa a orillas del Volga. El Manresa, remotamente lejos de los tiempos en los que bailaba al son que marcaba Chichi Creus, no va sobrado de talento, no cuenta con grandes estrellas y hasta viste con un equipaje de difícil encaje, pero no se rinde. Y ayer, en el Gran Canaria Arena -agitado por una atmósfera especial por el regreso de Pedro Martínez-, dio una lección de resistencia al superar al Herbalife (75-81) después de remontar una desventaja de 16 puntos (63-47, min. 28) en doce minutos.

Fue un triple de Sasu Salin, un escolta con alma de pistolero atrevido -primero, entre cualquier hueco, lanza a canasta y luego, si acaso, reflexiona-, el detalle que registró el cambio en la dirección del viento. La canasta, en apariencia, parecía disparar al Granca hacia la victoria. Servía tanto para dibujar un parcial 14-4 -levantado por los puntos de Kyle Kuric, DaJuan Summers y Txemi Urtasun- como para ver cómo el rival se encogía en el retrovisor (63-47). La secuencia, por natural, no se antojaba sorprendente a esas alturas del duelo (min. 28). Sólo describía la evolución de un encuentro que hasta ese momento se había desarrollado bajo control del conjunto claretiano. Sin mucho esfuerzo, entre ligeras sacudidas y algunos ratos de acierto, el equipo de Aíto García Reneses siempre dio la sensación de estar por encima en todo de La Bruixa d'Or Manresa.

El hundimiento

Lo que sucedió después fue una hecatombe. El Herbalife se colapsó, el Manresa se vino arriba -primero con timidez; luego con determinación- y en ese escenario Pedro Martínez jugó mejor que Aíto García Reneses su mano de cartas. Con 12 minutos por delante y con poco que perder, el técnico del conjunto catalán se la jugó con dos pívots bajos -Isaac Fotu y Zeljko Sakic- y una defensa en zona 2-3. Ese movimiento táctico, mezclado con el apagón local, resultó ganador. En un periquete, La Bruixa d'Or devoró la ventaja del equipo claretiano, enredado entre sus propios temores y la falta de respuesta -el banquillo no detuvo la hemorragia ,ni con un tiempo muerto ni con ningún tipo de cambio- frente al resurgimiento del adversario. Con Álex Hernández al mando, entre Mario Little y Sakic se las apañaron para meter al Manresa de nuevo en juego (63-61, min. 33). Fue ahí, justo en ese momento, cuando a Fotu le dio por levantar la mano y pedir permiso para celebrar su primer gran día de gloria en la Liga Endesa. El ala-pívot neozelandés, que se sumó al proyecto catalán en noviembre cedido por el CAI Zaragoza, anotó lejos de la pintura ocho puntos consecutivos (67-69, min. 38) que pusieron en órbita a La Bruixa d'Or. Ante el ataque de lujuria del contrincante, al Granca se le encogió todo. Incluso la muñeca. La defensa del Manresa cerró todos los caminos a Tomás Bellas y Albert Oliver y al conjunto claretiano, con Edy Tavares en el banquillo -el pívot caboverdiano anotó 14 puntos en la primera mitad y no volvió a sumar- se le hizo de noche. Una canasta de Roger Grimau y un triple de Davin White sellaron un parcial 6-30, una línea divisoria que decidió el partido y puso a cada uno en su sitio: al Granca con las vergüenzas al aire, al Manresa con vida en la carrera por la permanencia y al público del Gran Canaria Arena enfurecido con su equipo y entregado -con honores- a Pedro Martínez.

Sin identidad

El 75-81 final deja al Herbalife Gran Canaria en una situación delicada: a dos victorias de distancia de la zona de Playoff, un objetivo que tras el último tropiezo aparece en el horizonte como una quimera. Pero más allá de cuentas, la derrota ante el colista de la ACB -que ayer certificó su cuarta victoria consecutiva en la Isla- da fe de los problemas estructurales que agitan el proyecto claretiano desde hace meses. La irregularidad marca los pasos de Bellas y Oliver, decisivos en tantos partidos y desaparecidos en otros tantos. Ante La Bruixa d'Or, Pedro Martínez supo encadenar a ambos y, a partir de ahí, detuvo a un rival de andares raros. No es el Granca un equipo que se haya constituido a partir de una idea ortodoxa: con seis jugadores en la rotación exterior, ayer García Reneses dejó sin utilizar a Ian O'Leary y Oriol Paulí, una decisión que se mueve entre dos extremos: a veces puede parecer un lujo; en otras ocasiones subraya el desequilibrio en una plantilla que sólo cuenta con un pívot natural -Tavares-.

Sin que nadie haya logrado dar en la tecla -ni en el banquillo ni en los despachos-, el Herbalife Gran Canaria da la sensación de que se mueve entre bandazos, a rachas, por exhibición espontánea. Arrinconado en el fondo del banquillo desde hace semanas, ayer DaJuan Summers apareció de la nada para dejar señales de buen jugador y levantar -aunque suene contradictorio- más dudas a su alrededor. El ala-pívot de Baltimore fue titular y entre él y Tavares se las apañaron juntos para hacer un boquete en la defensa de La Bruixa d'Or en el primer cuarto. El jugador estadounidense cerró el encuentro con 17 puntos anotados, tres rebotes capturados, 17 de valoración y la impresión de que ha sido infrautilizado durante los últimos meses.

Fue Summers la mejor noticia del Herbalife Gran Canaria en una mañana para olvidar, en la que Brad Newley prolongó su mal momento en el perímetro -falló los tres triples que intentó- y en la que todas las señas de identidad que caracterizan al equipo claretiano -juego colectivo, solidaridad, pelea, entrega, y defensa- se esfumaron en un santiamén. "El tiempo es sangre", afirmó Chuikov durante la defensa de Stalingrado. La Bruixa d'Or Manresa, con Pedro Martínez al mando, lo sabe mejor que nadie. Es lo único que le queda para alcanzar su objetivo.

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