"Summers, Summers, Summers, Summers". Era el grito que casi al unísono coreaba el Gran Canaria Arena cuando camino del minuto cinco del tercer cuarto, el jugador estadounidense se iba camino al banquillo. Un síntoma de la confianza que tiene depositada la afición en el ex de Detroit Pistons. Porque aparentemente todo iba a la perfección para él hasta que el rumbo del partido se torció, tanto a nivel individual como colectivo.
Sus once puntos hasta ese momento -su tope hasta ayer en la Liga Endesa-, su implicación en las tareas defensivas y el arrojo con el que había aprovechado su titularidad -la última fue ante el Bilbao Basket- se llevaban el reconocimiento del público amarillo. Pero Summers parece estar gafado. Ni siquiera en su día más brillante como jugador del Herbalife pudo ser trascendente en el devenir final de su equipo. La desconexión de los de Aíto García Reneses, que empezó a fraguarse casualmente con su última salida -en el minuto 25 de partido cuando el Granca iba diez puntos por encima en el marcador (55-45)-, acabó por dejar en un segundo plano la buena actuación del ala-pívot norteamericano.
La temporada del jugador de maryland, como parte de su vida, ha estado llena de complicaciones. Nacer en Baltimore, en plena ebullición de la epidemia de crack, fue la primera. La ciudad natal del '35' amarillo es la tercera en tasa de homicidios de Estados Unidos (33,92%) con 211 asesinatos en una población de 622.104 habitantes. Algo que no ha impedido que de sus calles hayan salido estrellas como Sam Cassell, Reggie Williams o Carmelo Anthony. Desde la Universidad de Georgetown a la NBA con Detroit donde no triunfó. Después un efímero paso por Siena para volver a los Hornets. Liga de desarrollo, temporero de nuevo en la NBA y, por fin, un sitio donde destacar: el Budivelnyk Kiev. De nuevo su gafe en forma de revolución sangrienta y guerra civil en el este del país.
Sus buenos números le abrieron las puertas del Herbalife, donde aún no ha podido despegar. Por un lado, los problemas de adaptación a la Isla y al baloncesto español. Después, la notable falta de confianza de Aíto en su juego. Las lesiones y su irregularidad cuando salía a la pista, sólo podían avivar su aciaga situación.
Un horizonte incierto
La rescisión unilateral por parte del club de su contrato ha estado desde entonces en el ambiente. Esta semana, Gigantes, apuntó dos nombres sobre la mesa que el Granca ha tenido como opciones para sustituir a Summers: Giorgi Shermadini y Miro Bilan. Y justo esta semana el de Baltimore cuaja su mejor actuación de amarillo (17 puntos -4 con el partido ya decidido- y 3 rebotes para firmar 17 puntos de valoración). Con O'Leary sin minutos por decisión técnica y Báez y Kendall negados, el americano pidió paso y se sintió referencia. Autoestima y confianza transformadas en una resurrección que se quedó a medias por la derrota.
