Las travesuras del gladiador rojinegro en los campos de tierra. Talento made in San José. Regates y carreras por la gloria. Del Polígono de San Cristóbal al dragón rojo de Del Bosque. El despertar del diamante de la 'V' se forjó en una sello artesanal. El primer capítulo del libro de hazañas y gestas de Víctor Machín Pérez 'Vitolo' (Las Palmas de Gran Canaria, 25 años) luce el escudo del CD Vegueta Árbol Bonito. El extremo grancanario del Sevilla, que desde ayer está concentrado con el combinado nacional en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas (Madrid), militó en el club isleño desde la edad de 6 a 11 años.
Cinco campañas en las que pulió su talento salvaje en las categorías de liga de Escuelas Municipales, Prebenjamín, Benjamín y Alevín. Para luego dar el salto a la cadena de la UD Las Palmas [club con el que debutaría en el equipo profesional el 28 de agosto del 2010 ante el Nástic de Tarragona en el Gran Canaria en Segunda].
Iván Jesús Ramos Hernández, 25 años, fue el escudero de Vitolo. Compañero de generación. El confidente y la sombra en esa etapa de ilusión y goles en el Árbol Bonito, cadena en la que ejerce de entrenador en el equipo Cadete en la actualidad. Evoca con nostalgia y admiración los orígenes de la estrella del Sevilla, en un vestuario en el que también respiraba otro emperador de magia como Jonathan Viera -que acompañó a Vitolo en su viaje desde la cadena rojinegra al equipo profesional de la UD-.
"Es cristalino, todo corazón. Una persona admirable y un ejemplo de superación para los jóvenes del Árbol Bonito (...) Era muy tímido, cuando se fue a Las Palmas no se mostraba presuntuoso o chulesco. Agachaba la cabeza. Su especialidad era no llamar la atención. Nunca tuvo un incidente. Es la bandera del barrio del Polígono de San Cristóbal. Alegraba los asaderos con sus anécdotas; verlo con la Roja este viernes es el mejor tributo a su entrega por el balón", resalta.
Erizo de mar y asaderos
Siempre como punta en la competición de fútbol 7, Vitolo era un volcán de bromas y anécdotas. "Cuando nos bañábamos en la playa -tanto en Las Canteras como el muelle de San Cristóbal- le hacíamos la vida imposible. Una vez le colocamos un erizo marino y lo pisó. Le escondíamos las botas antes de jugar; todas las aceptaba con una sonrisa y te respondía con otra broma. Siempre fue un joven chistoso. Cuando se suelta, aparca su timidez y te conquista con su sentido del humor", asegura el entrenador del Cadente del Árbol Bonito.
Iván, cuyo padre Santiago Ramos 'Chago' preside la cadena rojinegra de la Vega de San José, repasa en su disco duro el día que se consagró con tres goles. "En la Casa del Niño -campo de tierra- no tenía rivales; la dimensión del terreno de juego se le quedaba pequeña. Corría y corría. Marcaba y marcaba. En apenas 15 minutos firmó tres y se fue ovacionado. Cuando no marcaba, se entristecía. Siempre fue competitivo pero sobre buen compañero. Tiene un corazón gigante; igual que su talento".
Ni Messi, ni Cristiano
El entrenador de base utiliza a Vitolo como espejo. Es el emblema del Árbol Bonito y del fútbol de élite. Ni Messi ni Cristiano, en el Chano Cruz de San José todos quieren ser Vitolo. "A mis jugadores trato de inculcarles el premio del sacrificio y el peso de la fuerza de voluntad. La humildad de un campeón de la UEFA como Vitolo es la mejor bandera. Siempre que me ve, me toca la pita del coche. Nunca va de estrella, tiene la sencillez de un jugador de la Regional Preferente".
Chago es el alma del Árbol Bonito, presidente y comandante general en esta nómina de artesanos como Pericuco. "Somos como La Isleta; salen jugadores como churros. Algo haremos bien, somos una cadena humilde pero ofrecemos rigor. Manejamos un presupuesto de 30.000 euros y tenemos 220 futbolistas. Diez equipos, un Mini Prebenjamín y un Segunda femenino. El viernes, si debuta Vitolo, es el éxito del fútbol de barrio. Todavía recuerdo sus carreras y bromas; era un terremoto", finaliza. Del Chano Cruz al olimpo. El Árbol Bonito sonríe por su joya, que cautiva con fantasía y pólvora.
