Una fecha marcada en rojo en la historia de la UD Las Palmas. La hazaña que ahora el equipo de Paco Herrera busca repetir para acabar con una década de penurias, amenaza de desaparición incluida. El 21 de mayo del año 2000 se produjo la última gran alegría a nivel deportivo: la UD Las Palmas ascendió a Primera. Fue gracias a una goleada ante el Elche (4-1) con doblete de Eloy Jiménez y goles de Koldo Sarasúa y Pablo Lago para culminar un sprint final espectacular del equipo de Sergio Kresic. El cuadro amarillo se desmarcó del resto con cinco victorias consecutivas en el tramo decisivo del curso. No importó la goleada encajada en Eibar. La UD Las Palmas ya levantaba los brazos y cruzó la meta a tres jornadas.

Una imagen acompañará para siempre aquel día de gloria: la invasión de campo que simbolizó la simbiosis entre afición y equipo. Una grada identificada con el estilo de un equipo que combinaba solidez en la defensa, carácter en el centro del campo y calidad en ataque. Lo tenía todo. Incluido el Estadio Insular, que vivió aquel día su última fiesta. Una celebración anhelada por una Isla que llevaba por entonces doce años sin pisar la élite del fútbol español.

"El césped desapareció por completo. Es la imagen que se te queda porque es la más impactante", recuerda Paquito Ortiz, capitán de un equipo histórico y ahora preparador físico. Ayer, junto con Josico, Juan Carlos Socorro, Álex Castro y Víctor Afonso, varios de los miembros de aquella plantilla que residen en la Isla, recordaron vivencias y anécdotas que están cobijadas en lo que ahora es un parque que oxigena la capital.

"Venía jugando durante toda la temporada pero no pude disfrutar de la celebración porque dos partidos antes sufría la rotura completa del vasto externo del muslo. No podía ni caminar y llevaba un yeso", rememora Josico. Otro que no pudo disfrutar de la fiesta es Zeljko Cicovic. Fue convocado por su selección para la Eurocupa 2000 y justo esa noche cogió un avión para incorporarse a la concentración. "El lunes tenía que estar en Belgrado. Cogí un taxi fuera fuera del Estadio, salí escondido, recogí a mi familia y directos al aeropuerto. Ya tenía las maletas preparadas", comenta el portero de aquella noche.

El serbio era uno de los muchos que en las dos temporadas anteriores se quedó a las puertas del ascenso a Primera, eliminación en la promoción frente al Oviedo incluida. A la tercera para él, como para Paqui, fue la vencida: "En las dos temporadas anteriores estuvimos a punto y ya nos tocaba", comenta. El lateral pone énfasis en la unión con la grada del inolvidable Estadio: "Nunca he vivido una experiencia tan brutal, cualquier aficionado parecía familiar tuyo y eso es muy grande", comenta.

También se encontraba ayer en el recinto Juan Carlos Socorro, socio habitual del alicantino en la banda con el permiso de Robert Jarni: "No se me borrará nunca de la cabeza ver a los aficionados corriendo hacia ti y muchos llorando de alegría", explica el hispano-venezolano. Víctor Afonso también destaca el idilio con la grada: "La gente se volcó sobre todo en los dos últimos meses. Fue una pasada", indica el central.

Álex Castro se pronuncia en la misma línea: "Fue una noche inolvidable", explica, y puntualiza lo vivido desde el tiempo de descanso: "Ya ganábamos 3-0 y había perdido el Salamanca, todos preparaban la celebración", indica. No dependía de sí misma la UD Las Palmas para celebrarlo esa noche, pero Eloy Jiménez, autor de dos goles ante el Elche y máximo artillero del equipo con trece dianas, tenía el "presentimiento" de que no pasaría de esa noche.

"La llegada al Insular fue espectacular y en el descanso escuchamos a la gente chillar. Sabíamos que estábamos casi ascendidos", asevera el delantero. "Teníamos un equipazo", continúa. Otro de los culpables fue el carismático Vinny Samways, uno de los pilares del centro del campo: "No había ninguna gran estrella, jugábamos muy juntos y funcionábamos como un equipo", afirma el inglés, que se deshace en elogios hacia la afición de la UD, a la que califica como "la mejor de España".

La noche fue doblemente especial para Jorge Larena, que con el ascenso sentenciado entró a diez minutos para el final, lo que significó su debut con 18 años: "Fue un día histórico para mí y para el club. Debutar ese día fue lo más grande que me ha pasado. La imagen de la gente entrando al Insular es inolvidable", comenta el jugador desde Chipre. Ni a él ni a nadie se le olvida el desenlace de una temporada para el delirio. La UD Las Palmas busca ahora repetir el camino de aquella temporada.