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Fútbol Pacuco Jorge: Memorias (II)

"Era un mal estudiante, pero acabé bachillerato como si nada"

"El bigote lo he tenido siempre, desde que fui a servir a la guerra. Me lo arregló por primera vez un barbero de Ceuta", apunta el legendario jugador del Victoria

"Era un mal estudiante, pero acabé bachillerato como si nada"

"El bigote lo he tenido siempre, desde joven, desde que fui a servir a la guerra. Este bigote que aún conservo me lo arregló por primera vez un barbero de Ceuta en plena guerra. Se llamaba Peña, el pobre murió. Me dijo: Pacuco, déjate el bigote. Y yo dije que bueno. Y desde ese tiempo lo tengo. Nunca me lo he quitado", señala Pacuc Jorge en la distendida tertulia sostenida en las dependencias del Real Club Victoria, en la playa de Las Canteras, donde relata casi palmo a palmo el desgranar de su vida.

"Estuve en el Victoria hasta los 27 años -continúa-, hasta el año 47. Rivero, que era capitán de infantería y directivo del Gran Canaria, quiso que yo jugara otra vez. Le dije: coño, Pepe, cómo voy a jugar si estoy en el banco ya. Para qué coño voy a jugar si me van a dar una patada y me van a joder a última hora. Para qué coño voy a estar jugando ahora. Pero al final jugué un poco más con Macías, que murió y que era extremo derecho. Y ganamos un campeonato contra el Marino, en un partido en el que le ganamos tres a cero".

Un gol increíble

Pero el gol que te digo yo a ti -prosigue relatando-, el dos a uno cuando faltaban dos minutos, fue increíble. La gente decía que cómo era posible que aquel balón hubiera entrado. Yo recogí un balón en el área grande y entonces, cuando yo miré así y vi que estaban los 21 jugadores en la puerta, todos, los nuestros y los de ellos, con Cristóbal en la puerta del Marino, que era un porterazo, no sé cómo pudo entrar. ¿Cómo es posible que el balón entrara por la esquina aquella? Yo cuando miré no dudé nada y disparé a la esquina. Por aquel gol me dieron treinta duros.

Y aquellos treinta duros eran para ir al cabaret. A mí me gustaba mucho el cabaret y tenía un amigo que tenía perras y me llevaba cada dos por tres. Era el de la ferretería Mateo. Siempre me llevaba con él y me pagaba todo. Yo no gasté un duro en todas las juergas que tuve. Bebía todo lo que me daba la gana, comía todas las comidas que había. Porque él tenía efectos navales y en las reuniones iba el capitán del barco, lo llevábamos a comer y pagaba yo con el dinero que me daba. Muchas veces me daba un sobre y me decía: paga tú la cuenta.

Yo pasé una vida extraña y curiosa. No me la creo. No sé como me dio tiempo de tantas cosas en mis 95 años cumplidos. ¿Cómo es posible eso? La guerra tampoco duró mucho. Cuando vine de la guerra jugué en el Hespérides. Fui delantero, pero desde que me vieron en el Victoria me ficharon enseguida. Es que mi padre fue fundador y defensa del Victoria. Pepe Gonçalves, fundador del Victoria, era íntimo de mi padre.

Mi padre trabajaba con los ingleses y Gonçalves era el de la carbonera de los barcos y allí se conocieron. Mi padre hablaba el inglés estupendamente. Yo tengo una cosa. Mi padre traía a los capitanes de barco a comer a casa de mi abuela porque mi tía hacía un licor casero muy bueno. Mi padre los traía y yo oía toda la conversación en inglés. No sabía qué decían pero me quedaba con la pronunciación y así aprendía. Yo de coña me pongo a hablar aquí y me quedo con la gente. Claro que si viene un inglés por ahí seguro que dice: éste está loco. Pero por lo menos los que no saben inglés creerán que es inglés perfecto.

La rivalidad entre el Victoria y el Marino era muy fuerte, igual que el Madrid y el Barcelona. Era lo mismo. El campo estaba siempre lleno cuando nos enfrentábamos. En el campo Pepe Gonçalves había una grada de madera grande. Había mucha afición. Recuerdo el partido del 4-4 del Marino cuando jugó la promoción con el Argentino. Pero claro, yo entraba en el área y me enfrentaba a Tino, que era en aquel momento el portero del Marino. Y metí gol. Claro, yo vi la intención del portero de tirárseme a los pies. Y si se tiraba a los pies podía tropezar y a lo mejor no lo habría metido. Antes de iniciar la intención de tirarse a mis pies, yo le metí el gol.

Un equipo grande

A pesar de la rivalidad de los equipos, sobre todo del Victoria y el Marino, me pareció bien que se unieran todos los equipos para fundar la Unión Deportiva Las Palmas. Era la única manera de hacer un equipo grande. Se hizo lo que tenía que pasar. Si yo hubiera estado en forma cuando la fusión, yo habría sido el centro delantero de Las Palmas. Las Palmas cogió a los jugadores del Victoria, pero ya con 27 años yo me retiré porque ya estaba trabajando en el banco.

No sé si habría sido multimillonario si hubiera jugado en esta época. Depende. Si hubiera sido en estos tiempos habría sido otra cosa, ya me hubiera cuidado porque los fichajes de ahora son muy altos.

Yo nací aquí mismo, enfrente del Victoria y de la playa de Las Canteras. Antes estaba la caseta de Galán de madera y de ahí para acá era mi campo. Para allá no iba mucho. Era de aquí a la calle Gran Canaria.

No éramos una familia numerosa. Éramos sólo mi hermana y yo, no tuve más hermanos. Cuando hacíamos un partido de fútbol de ocho contra ocho, enseguida el capitán de uno me elegía a mí. Pacuco, Pacuco. Siempre era yo el primero que escogían. Me decían el peligroso. Era arena dura y la marea vaciaba más que ahora.

Ahora te digo una cosa: si yo hubiera jugado hoy con las condiciones que yo tenía, quizá habría sido un buen jugador. Creo que sí, aunque nunca se sabe.

Cuando chico estudié con mi tío Marcos, que tenía el colegio Sarmiento. Yo fui bachiller superior. Yo no era buen estudiante pero terminé el bachiller como si nada. Porque el bachiller era como una carrera, duraba seis años. Como una carrera. Cuando terminé lo hice como cualquier estudiante, si suspendía en junio aprobaba en septiembre. Pero yo no era buen estudiante, no me gustaba estudiar. Mi tío me pegaba unas palizas, coño.

A mi me gustaban las mujeres

Era listo pero no me gustaba mucho estudiar. Podía haber hecho alguna carrera corta, pero no me gustaba. Yo era muy travieso y mataperros de chico, pero lo que a mí me gustaban eran las mujeres. Yo paseaba todos los días con una, con la otra. Tuve alguna novia de ratos. Algunas se enfadaban porque estaba con varias a la vez, no paraba. Alguna bronca tuve, pero qué iba a hacer.

Yo tuve una novia que tardé con ella un rato, hasta que tuve la novia definitiva, con la que estuve ya siempre y luego me casé. Hoy es mi mujer. Aquella novia era hermana de Ritana, que tenía el quiosco en el parque Santa Catalina.

Esto que está aquí en la prensa de la época ("Pacuco Jorge, genio y figura") no se lo he escuchado decir a nadie. Lo escribió Javier Domínguez, que era profesor de matemáticas y periodista.

Mi madre era peninsular, de Burgos. Era ama de llaves de un médico catalán y fue destinado a Lanzarote. Mi padre se enamoró de ella y se casó en Lanzarote. Mi padre era de Gáldar".

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