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Piqué, luces y sombras

El defensa del Barcelona desluce sus grandes cualidades futbolísticas con sonados incidentes, como su expulsión ante el Athletic

Piqué, tras ser expulsado frente al Athletic. EFE

Piqué es uno de esos claros ejemplos de futbolistas que se pierden por las formas. Enorme como jugador cuando está centrado, no deja de impresionar tampoco por protestas, gestos y comentarios que deslucen sin duda sus grandes cualidades deportivas. Piqué ya tiene en su palmarés personal una abundante colección de incidentes, tanto fuera como dentro del campo, que le hacen muchas veces insoportable hasta para los suyos.

Piqué puede armarla con un linier, como acaba de suceder, en el partido de vuelta de la Supercopa, con jugadores del Madrid -uno de sus objetivos favoritos- o incluso con la policía local de Barcelona. A Piqué se le cruzan los cables sin parar. Después llega el arrepentimiento, promete que no volverá a ocurrir y así hasta la próxima.

El último incidente es particularmente grave desde el punto de vista deportivo porque esta vez sí afecta de lleno al equipo, puesto que su baja se une a otras por sanción o lesión, como las de Mathieu, Jordi Alba o Adriano, que dejan en cuadro a la defensa azulgrana para el comienzo de Liga. El Barcelona presenta recurso a la sanción de cuatro partidos impuesta por el Comité de Competición por insultar gravemente al asistente arbitral, según el acta, porque el jugador asegura que no ha faltado a la madre del juez de línea. Vamos a suponer que tenga razón, que no dijo eso, pero en cualquier nunca justificaría lo totalmente desproporcionada que fue su reacción protestando airadamente por una acción que tampoco era tan decisiva.

Piqué ha cargado tanto a los propios que hay quien sostiene en Barcelona que fue uno de los motivos por los que Pep Guardiola dejó el Barcelona. El técnico y el jugador tuvieron varios encontronazos y el ahora entrenador del Bayern de Múnich habría pedido al club que traspasase a un jugador que hacía demasiado la vida por su cuenta, tanto que hasta recibió llamadas de atención por parte de Puyol, capitán indiscutible del Barcelona de la época, y al que no le hacían gracia las barrabasadas de su compañero, como cuando escupió a Pedro Cortés, delegado directivo de la selección, en la celebración del título de campeones del mundo, porque una cosa son bromas, vamos a decirlo así, a costa del Real Madrid, por mucho que enfaden a los seguidores blancos, como cuando agradeció a Kevin Roldán su contribución al bajón de los de Ancelotti la pasada temporada, que coincidió con una fiesta de cumpleaños de Cristiano Ronaldo en la que actuó el colombiano, y otra faltar a la dignidad personal.

Piqué tiene todas las condiciones para pasar a la historia del Barcelona como uno de sus grandes defensas, pero a este paso va a quedar más marcado por sus sombras que por sus luces y es que sus descontroladas acciones no parecen tener límites. Mal asunto.

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