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Fermín Martínez, uno de los grandes

Este jueves cumplirá 100 años y cuenta con 67 de actividad ininterrumpida

Fermín Martínez, uno de los grandes

Hoy tiene uno la fortuna -sea por razones periodísticas o deportivas- de escribir sobre Fermín Martínez Gómez (Las Palmas de Gran Canaria, 3 de septiembre de 1915). Y lo hacemos con conocimiento de causa. De hecho pudimos conocerle de cerca durante toda su trayectoria competitiva en el campo del Real Club de Golf de Las Palmas, en Bandama.

Y en esta ocasión debemos recordarle más que nunca en cuantas facetas sobresalió -que fueron muchas- como la de aquel jugador dispuesto siempre, incluido el año de su retirada de los campos de juego, a mejorar de forma ininterrumpida todas las fases de su swing. Era una de sus virtudes y por eso llegó adonde llegó. Es decir, al competidor perfeccionista, con nota de sobresaliente tanto en el juego corto como en el largo. En ese sentido gozó siempre de una forma física envidiable y con ella pudo competir, y se diría sin lugar a equívocos que hasta que le dio la gana.

Además, Fermín Martínez representaba -para los que en 1957 comenzábamos a dar nuestros primeros golpes- la memoria histórica de la entidad decana. No en vano él comenzó a jugar en el campo del Lomo del Polvo, en 1944. Y de lo acontecido allí recibimos en todo momento amplia información. Para ellos -o sea, para los golfistas de la etapa capitalina- siempre tuvo comentarios de elogios.

Comentarios que incluían a quienes en el campo eran sus propios rivales. En esa vertiente -que hoy recordamos- siempre expresó loas para Juan Domínguez Guedes, Fernando Ley Duarte, Juan Gutiérrez Peña, Andrew Dunlop, Manuel Galbán Carló, Federico Arias Ruiz, Jorge B. Quiney, Willy Bird Pérez, Jack Head, Antonio Lucena Gómez y un largo etcétera. Y eso sin olvidar -por sus laboriosos quehaceres- los buenos comportamientos de los profesionales de la institución, como fueron Felipe Santana y Bartolomé Jiménez.

Dentro de una valoración de conjunto, es de justicia recordar que Fermín Martínez conquistó la Copa Blandy en el año 1968. Un triunfo que se le había resistido hasta ese momento y que supuso una alegría generalizada entre la masa social de su club de toda la vida.

Un club al que honró -además de con la conquista de otros trofeos como la Copa Cragg (1953), Copa Robinson (1958) y Palmer (1961)-, con sus victorias en el Campeonato de Europa y por equipos (Aesgolf) de la categoría sénior y con la internacionalidad con el equipo español, con el que compitió en varias ocasiones.

Dicho esto, creo que Fermín Martínez es, a día de hoy, merecedor de algunas distinciones que estoy seguro le deberán llegar en función de los méritos acumulados. Su crédito estuvo además avalado por su condición de médico, profesión que ejerció hasta 1994 y que hizo extensiva, además de las propias de su persona, a la de ser el jugador de golf que llegó hasta donde quiso llegar. No todos pueden decir aquello que hizo nuestro protagonista de hoy -Fermín Martínez, uno de los grandes del Real Club de Golf de Las Palmas-, como fue el hecho de alcanzar las cotas de jugar durante sesenta y siete de esos cien años que mañana festeja junto a los suyos. ¡Casi nada!

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