El británico Lewis Hamilton lograba ayer en el circuito de Monza la cuadragésima victoria de su carrera, séptima de la presente temporada, para poner aún más tierra de por medio respecto a sus ya lejanísimos perseguidores en la clasificación del campeonato y completar, de paso, uno de esos fines de semana mágicos con los que sueñan todos los pilotos del Circo y sólo un puñado de elegidos logra hacer realidad: pole, victoria, liderato de principio a fin y vuelta rápida en carrera. El Grand Chelem.

Con siete compromisos por delante, Hamilton, con el pelo teñido en oro, el único piloto que ha puntuado en todas las carreras de la actual temporada tras el abandono ayer del alemán Nico Rosberg, ya supera en 53 puntos (más de dos carreras) a su compañero de escudería y en 74 (casi tres) al también alemán Sebastian Vettel, segundo ayer con su Ferrari pero sin presionar en ningún momento en carrera al vencedor. Felipe Massa capeaba por su parte en la última vuelta el ataque de su compañero Bottas para lograr su segundo podio de la temporada.

El asturiano Fernando Alonso, mientras tanto, sumaba un nuevo abandono. Logró, como se esperaba, ganar unas plazas en la salida hasta situarse duodécimo, pero, también como se esperaba, el McLaren-Honda se arrastraba por las rectas de Monza y muy pronto caía al fondo del grupo, rodando únicamente por delante de los modestísimos Manor. A tres vueltas del final, cuando ya había sido doblado en dos ocasiones por Hamilton y había logrado al menos la victoria moral de superar en la pista a su compañero de equipo, el británico Jenson Button, reclamaban su presencia en el garaje. Era el sexto abandono del ovetense en la temporada, a sólo dos de los ocho que sumó con Minardi en aquel lejano 2001 de su debut.

La ilusión de Ferrari por ganar en casa, tras la segunda plaza de Raikkonen en la parrilla y la tercera de Vettel, duró lo que un quejido. Ay. Y se acabó. El finlandés hizo el don Tancredo en la salida y cuando acertó con el embrague se encontraba en la cola del pelotón. Perjudicó además a Rosberg, que estaba a su cola, y todo ello lo aprovechó Hamilton para, tras protegerse del ataque de Vettel, coger la delantera y vivir una de las jornadas más tranquilas de la temporada... hasta que desde su propio garaje consiguieron ponerle de los nervios. Resulta que los Mercedes y los Ferrari estaban siendo investigados por irregularidades en la presión de los neumáticos al iniciar la carrera y no tuvieron mejor idea que avisar al piloto para que "apretara" y que "ya te lo explicaremos después".

Hamilton, sin saber qué ocurría, vivió unas vueltas finales tensas, al límite, agravadas aún más al ver cómo su compañero Rosberg rompía el motor cuando sólo restaban dos giros. Pero pudo con sus rivales y con su propio garaje. Al final la investigación quedó en nada -otra cosa hubiera sido que los infractores fueran los Sauber o los Force India- y el británico cruzaba la meta con una clarísima ventaja sobre Vettel que le propulsa a la conquista de su tercera corona y segunda consecutiva.

Tras Hamilton y Vettel se presentaban en meta los dos Williams y un Raikkonen que lograba la quinta plaza tras una carrera especialmente entretenida para el finlandés gracias al montón de adelantamientos que protagonizaba.

En dos semanas reaparecerá el Circo en la noche de Singapur. Un circuito "menos malo" para McLaren pero en el que Hamilton volverá a reclamar el protagonismo. Este año lo quiere todo. Lo merece.