Fue alzarse el telón de un nuevo curso en el Gran Canaria Arena y, de repente, como si Newton marcara su destino a través de la Ley de acción y reacción, al Herbalife se le apagó la luz. Dio igual que lanzara contra una canasta del tamaño de una piscina olímpica o de un agujero negro. Ayer, ante el Ratiopharm Ulm alemán, en la primera comparecencia en casa del nuevo proyecto claretiano, a la pelota le dio por no pasar por el aro y en días así, tan funestos en el tiro -sólo un 38% de acierto en canastas de dos puntos y un triste 13% en triples-, en un negocio como el baloncesto la lógica lleva al negado en ataque hasta la derrota. Perdió el Granca (51-66), pero dio señales de estar metido en un proceso para mutar de piel, cambio que señala una mejoría general -una rotación más compensada, más física, más profunda-.
Aún no ha completado un mes de entrenamientos el equipo de Aíto García Reneses y ese detalle, salpicado por el lento goteo posterior de incorporaciones como Brad Newley, Kyle Kuric, Xavi Rabaseda, Eulis Báez, Alen Omic y Sasu Salin -los dos últimos, recién aterrizados del Eurobasket, ni siquiera se vistieron de corto ayer-, condiciona el ahora de un equipo que aspira a dar más de una alegría con la llegada de la nueva campaña.
Ante un rival rodado y exigente, al que se había impuesto el miércoles en el Tablero de Maspalomas por nueve puntos de ventaja (89-80), el Herbalife claudicó porque durante algunos tramos del encuentro, que parecieron una eternidad, no metió ni una canasta. Cierto que a Pangos le queda por entender una serie de sinergias para lograr que el resto de la banda no desafine, que a Galdikas -entre tanto brío e ímpetu- le toca saber contenerse para explotar mejor sus condiciones físicas -2,18 metros de altura- sobre la pintura y que a Rabaseda aún le quedan horas de trabajo en común para dar con su sitio en la amplia rotación exterior que va a manejar este ejercicio García Reneses, pero más allá de todo eso, el Granca palmó ayer por una simple cuestión aritmética: fue incapaz de sumar.
En la primera mitad, en 20 minutos, el Herbalife sólo anotó 19 puntos. Y tras el descanso, cuando su juego de ataque fluyó con algo más de criterio, se topó con el descaro y el acierto -más allá del perímetro- de tipos como Deandre Kane (16 puntos en la segunda parte), Da'Sean Butler (12) y David Brembly (7).
De los cuatro parciales, entre ensayos y errores -pocos dos contra dos, alguna defensa en zona, buenas situaciones de tiro con poco acierto y conatos por salir al contragolpe-, el Granca sólo fue capaz de ganar el último (19-17). Al nuevo proyecto claretiano, a tres semanas para el inicio de la Liga Endesa, le toca mejorar. Nada nuevo bajo el sol a estas alturas de la película.
Las claves
- Tiros a canasta: Porcentaje para olvidar. El Herbalife Gran Canaria, en su regreso al Arena, perdió ante el Ratiopharm Ulm porque firmó un día para olvidar en ataque. Sólo anotó 51 puntos -19 al descanso- y dejó una serie de porcentajes de tiro paupérrima: 38% en tiros de dos (13/34) y 13% en triples (5/39). Pese a las estadísticas colectivas para olvidar en el bando local, las situaciones de tiro que creó el conjunto claretiano fueron buenas.
- Rebotes: Poderío alemán. A la espera de que Omic entre en la dinámica de grupo y de que Aguilar se incorpore a la disciplina amarilla tras disputar ayer la final del Eurobasket con España, al juego interior del Granca le tocó sufrir ayer sobre la pintura ante la movilidad de los pívots del Ratiopharm Ulm. El equipo alemán capturó 46 rebotes, nueve más que el Granca (37). En ese apartado, pese a estar menos acertado a nivel general, fue capaz de sumar 15 rechaces en ataque, superioridad que no aprovechó en segundas opciones.
