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Baloncesto Supercopa Endesa

El Granca sigue en el cascarón

El Barça saca el martillo en el tercer cuarto (15-30) y pasa por encima del equipo claretiano

Sasu Salin, jugador del Herbalife Gran Canaria, maneja la pelota ante la defensa de Brad Oleson, jugador del Barcelona, y la mirada al fondo de Shane Lawal. EFE

60 puntos anotados en 40 minutos. 88 puntos encajados -55 entre el segundo y el tercer cuarto-. 24% de acierto en triples. Por debajo del 50% en tiros de dos. 13 pérdidas de balón. Los números, como la prueba del algodón, no engañan. El Herbalife Gran Canaria sigue en el cascarón. Anoche, en el primer partido oficial del curso, con el FC Barcelona Lassa como rival y en las semifinales de la Supercopa Endesa como escenario, el equipo de Aíto García Reneses evidenció algunas goteras en la construcción del proyecto para acabar rendido y desarmado (60-88) en el Martín Carpena de Málaga. El Granca, después de semanas de pretemporada, sigue verde. Las piezas están por encajar. Al grupo le queda por desarrollar automatismos. Y a la máquina aún le resta algo de tiempo para romper a sudar, síntomas todos que a estas alturas de la película no apuntan nada grave, pero que, ante un Barça con un hambre canina por la falta de títulos, es un mal negocio para ponerse en marcha.

Aguantó en pie ayer el Granca, sin ningún arañazo, un cuarto de hora. Desde el salto inicial hasta la mitad del segundo parcial. Una canasta de Sasu Salin (min. 15) dejaba al conjunto claretiano con solo dos puntos de desventaja en el marcador (26-28). Fue ese momento el punto culminante de un atractivo intercambio de golpes previos, una especie de gincana en la que el grupo dirigido por García Reneses encontró respuesta a todos los problemas que le planteaba un Barça imperial. No economizó en nada el equipo de Xavi Pascual. Ni en talento ni en esfuerzo. Cuenta el técnico con una plantilla amplia, de carácter muy físico y con mil recursos para explotar su idea del juego, una mezcla que le permitió pisar el acelerador para colarse en la final.

Una defensa en zona fue el primer galimatías al que se enfrentó el FC Barcelona Lassa. Y, ante ese dilema, el conjunto culé encontró a Justin Doellman -siempre en el punto exacto, siempre libre de marca por la lenta ejecución del sistema de ayudas del Granca- para derribar la resistencia claretiana con la facilidad con la que cae un castillo de naipes ante un ráfaga de viento (4-10, min. 3). No se derrumbó el Herbalife ante ese primer contratiempo.

Con mando en plaza, empujado por la confianza de García Reneses, Kevin Pangos levantó la mano y ordenó que le siguieran. El base de Ontario, en su primer año como profesional, se enfrenta a un desafío mayúsculo. Él es la cuadratura del círculo en el nuevo proyecto amarillo. Intentó correr en cuanto tuvo ocasión, no dudó en mirar al aro si la defensa sobre él se relajaba e intentó que la pelota circulara en ataque. Demostró carácter para ser un novato y no se achicó por sus errores. Y así, con algunos pases extras, el Herbalife Gran Canaria dio varias veces con Sitapha Savané en la pintura (8-10, min. 5) y por ahí se puso a la altura de un Barça que, esta temporada, crece en ataque desde el perímetro.

A los cinco minutos de juego, García Reneses ya había renovado casi todo su quinteto -sólo seguía en pista, desde el salto inicial, Eulis Báez-. El viraje no provocó que el Granca perdiera el paso y reveló detalles interesantes. Los cambios permitieron, por ejemplo, ver en acción a Alen Omic, imponente en la zona por tamaño, eficaz en el bloqueo y continuación -rascó seis puntos así-, pero sin muchas luces en el resto de movimientos. Los relevos también sirvieron para prolongar algunas sensaciones del curso pasado: la irregularidad mantiene a Kyle Kuric en un desesperante estado de melancolía, la trascendencia de Brad Newley se mantiene a la baja y el rol de Albert Oliver, un tipo que se las sabe todas en la Liga, volverá a ser trascendental.

Frente a la batería de cambios orquestada por García Reneses, Xavi Pascual no se quedó atrás y enseñó músculo. Tiene de todo y todo bueno en un equipo con amplio fondo de armario -a la espera del regreso de Juan Carlos Navarro y el encaje de Samardo Samuels-. Con Satoransky y Arroyo de bases, los recursos del Barça se disparan. El primero puso en problemas a Pangos en ambas costas -por envergadura en defensa y por zancada para penetrar en ataque- y el segundo es una amenaza por el exterior. Abrines, fuera del Eurobasket por lesión, reapareció anoche en picos de estrella. Tomic se mantiene como la referencia interior. Lawal, Oleson, Vezenkov y Perperoglou aportan generosidad en el esfuerzo. Y, entre todo eso, de repente, sin que nadie lo esperara en la fiesta, floreció Marcus Eriksson -en 13 minutos, con todo el pescado vendido, anotó 16 puntos-.

El FC Barcelona Lassa, con todo eso, hizo un cóctel delicioso y se convirtió en un rodillo. En un destello de luz, sin que apenas nadie se diera cuenta, puso tierra de por medio tras la canasta de Salin (26-28) con un parcial 6-13, se plantó en el descanso con nueve puntos de ventaja (32-41, min. 20) y se puso en posición para sacar al Herbalife a palos del partido en el tercer parcial. Ahí, ya sin compasión ni medias tintas, el equipo azulgrana sacó el martillo pilón y fundió a un Granca sin fuelle ni ideas. Un parcial 5-21 disparó la ventaja del cuadro 'culé' hasta los 25 puntos -tras un dos más uno de Tomic (37-62)- y ahí se acabó todo.

El equipo claretiano, que a esas alturas encajaba golpes por todos lados -Abrines, Doellman, Oleson, Satoransky y Tomic encontraban el aro amarillo como si tuviera el tamaño de una piscina olímpica-, miró entre sus pertenencias y sólo encontró un paraguas para intentar superar el chaparrón lo antes posible (47-71, min. 30). Con ese panorama por delante, el último cuarto se convirtió en un mal trago para el Granca, tanto como la última copa que siempre sobra en una noche de farra. Hay fiestas, como esta Supercopa Endesa, que dejan duras resacas.

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