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Baloncesto Supercopa Endesa

El Barça Lassa asusta al mundo

El cuadro de Pascual no dio opción alguna a los de Plaza

Decepción. EFE

Otra vez el Barça. Como casi siempre. Como en aquella final del 95, como en el play off y en la Copa del Rey del año pasado... como tantas y tantas veces. El equipo culé aguó la fiesta que el Martín Carpena preparaba ayer para el sueño de tener un Unicaja supercampeón de España. Tras la exhibición verde ante el Real Madrid en semifinales, el título parecía una posibilidad de lo más real, pero los blaugrana, con una puntería más propia del mes de abril que de inicios de octubre, bajaron de la nube, 24 horas después, a un Unicaja fallón ayer, con problemas para rebotear en los dos lados del parqué, sin ideas en ataque y con mucho, mucho, mucho trabajo todavía por delante.

La verdad es que la final duró un suspiro. El rival metió la directa en el esprint final del primer cuarto y después ya no hubo casi ni opción. El 15-9 del arranque a favor de los cajistas fue un espejismo para lo que se vio en el resto del partido. Los culés, tras un demoledor parcial de 0-13, se fueron 15-22 al final del primer cuarto. Y ese +7 para ellos fue el principio del fin para los de casa.

Las estadísticas no engañan. Los de Pascual tiraron con mejores porcentajes de tres, de dos y desde el tiro libre. Además, rebotearon más en ambas zonas y movieron mejor el balón. O sea, dominaron todas las facetas necesarias para ganar sin sufrir. Pero es que fuera de los fríos números, también ofrecieron más sensación de equipo y una defensa asfixiante capaz de desquiciar al ataque verde.

No tuvo nada que ver, desde luego, la final de ayer, con la semi del viernes. El Barça le exigió al Unicaja mucho más que el Real Madrid. Desde el salto inicial, el equipo de Pascual puso todo su músculo y todo su talento para buscar el inicio perfecto de la temporada. Después de un año para olvidar, al equipo blaugrana le hacía falta más que a ninguno el título. Y no dejó pasar la oportunidad, por mucho que el Carpena apretara en busca de lo contrario.

A pesar de la diferencia final en el marcador y de esa sensación de superioridad absoluta, hay que admitir también que al Unicaja le faltó una pizca de suerte cada vez que metió algo de miedo en el cuerpo al Barça. Sobre todo en el tercer cuarto, cuando se rompió el partido. Las tres veces que el equipo verde, en pleno intento de remontada, se puso a cuatro o cinco, el rival contestó con un triple. Ribas (el MVP del partido), Oleson y Perperoglou apagaron con tres bombas los tres atisbos de reacción cajista y la caldera que el Carpena quiso encender en busca de la ansiada remontada.

Tampoco hay que lamentarse hoy más de la cuenta por esta derrota. No hay heridas que lamerse. La Supercopa Endesa es ese torneo que fortalece al que lo gana, pero que para los otros tres participantes no deja de ser poco más que el último test de preparación antes de empezar la Liga.

Además, el Unicaja demostró el viernes que tiene argumentos más que de sobra para estar al lado de los más grandes de España y también, por qué no, de Europa. Contra el todopoderoso Real Madrid, jugó un partido perfecto y el bajonazo de ayer no puede borrar el subidón del día anterior.

El partido tuvo poca historia. El Barcelona fue por delante desde el primer cuarto. Es verdad que el 31-37 del descanso todavía hacía pensar en el sí se puede. Pero el regreso del intermedio fue con un castigo de triples que elevó la renta a 14, 17, 22 y hasta 23, 54-77, con el partido ya agonizando y con el Carpena rendido a la superioridad del rival.

Esta vez no pudo ser. La temporada es larga. Habrá, seguro, opciones para la revancha.

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