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El arrebato ganador de Eulis Báez

Con un rebote ofensivo más un 2+1 y un tapón en los últimos segundos, el ala-pívot remontó el duelo

El ala pívot Eulis Báez defiende un lanzamiento de James durante el duelo. MSB.FR

El pasado sábado, durante la presentación del Herbalife en el Gran Canaria Arena, un vídeo inundó el videomarcador del pabellón. En él, un presa canario paseaba por los mil pasillos que cruzan el recinto de Siete Palmas. En el momento que el can sale a la pista, un panel se rompe. Quien sale rugiendo no es el perro. El grito de ese vídeo lo lanza Eulis Báez. Una elección que seguro que no fue casual.

Al Granca se le complicó en exceso un partido que dominó con claridad -manejando rentas siempre sobre los ocho puntos-. Tanto, que a falta de poco más de un minuto, el Herbalife perdía por dos puntos (73-71), los franceses tenían el balón y veía como se le escurría una victoria clara. Entonces apareció la mano de Sasu Salin para robar un balón, provocar una falta y sacar un par de tiros libres. El primero fue dentro. El segundo no. Pero ahí, como muchas otras veces antes, apareció Eulis Báez. Porque el jugador dominicano colocó mejor su cuerpo que su par en el rebote, estiró la mano, recogió el balón que había escupido el aro y tuvo el coraje para meterlo en la canasta (73-74). Pero no sólo hizo eso. Además sacó falta y tiro adicional. Un lanzamiento que ejecutó sin nervios, con un temple de acero para colocar el 73-75 en el marcador del pabellón de Antares. Toda una exhibición de cómo estar caliente de muñeca, entregado en nervio, y ser frío de mente.

Y eliminado

Parece una jugada redonda, pero guarda un extra más. En ese rebote ofensivo más canasta, falta y tiro adicional encestado, el Herbalife se quitó de encima a su gran pesadilla de la noche. No era Michaël Gelabale, el hombre más temido por condiciones y nombre. El ex del Real Madrid, bronce con Francia en el último Eurobasket, acumula una carta de presentación más que amplia. Supersonics, Lakers, Timberwolves en la NBA o Valencia, Cedevita o Khimki. Sin embargo, el que brillaba era Petr Cornelie.

El francés gasta 211 centímetros de altura y cuenta con 20 años de edad. Debutó el pasado año en la liga francesa y tiene pinta de hombre importante. Quizá, con esas condiciones, los jugadores en pista lo menos que pensaban es que era capaz de tirar triples y más allá de ese supuesto atrevimiento, que fuera capaz de meterlos como si nada pasara. El ala-pívot lo intentó en cinco ocasiones, como si hubiera contado uno por cada dedo de su mano derecha. El resultado, brutal: todos entraron por dentro del aro. Una eficacia total que puso contra las cuerdas al Herbalife Gran Canaria en el último cuarto, donde anotó tres de esos precisos lanzamientos.

Ahí, en ese arrebato de ganas de Báez, se acabó el partido de Cornelie -el mejor del choque con 17 puntos y 18 de valoración-. La falta que sacó el caribeño fue la quinta del joven ala-pívot francés que, desconsolado, se fue camino del banquillo.

Aún quedaba partido y el Le Mans se lanzó a por él. La jugada orquestada desde el banquillo, sin Cornelie en la pista, apuntaba a un hombre: Michaël Gelabale. Si el internacional francés hubiese estado en el Arena y hubiera visto aquel vídeo para presentar a los jugadores del Granca entendería por qué Báez es la imagen del rugido. El balón tenía que llegar al alero galo y McKee -el otro pilar del Le Mans- cumplió con su parte. Ayudando a defender Pangos llegaba Báez y justo en ese momento, el balón alcanzó su cometido: estar en las manos de Gelabale. En el aire, con su rifle apuntando a la canasta y con la bola ya deslizándose de sus dedos ahí estaba el brazo derecho de Báez, elevándose sobre todo lo que había alrededor para colocar un tapón que el azar dispuso en las manos de Salin. Una acción defensiva extraordinaria que colocó la primera victoria para el subcampeón.

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