Rafael Nadal volvió a jugar con fuego y derrotó con sufrimiento en los octavos de final del torneo de Basilea al búlgaro Grigos Dimitrov, por 6-4, 4-6 y 6-3, en un duelo que se alargó hasta las dos horas y quince minutos.

Si la jornada anterior Nadal se salvó por la campana en un partido agónico frente a Lukas Rosol que duró exactamente el mismo tiempo, en octavos de final el español resolvió su duelo frente a Dimitrov con muchos problemas por culpa de la combatividad que presentó el búlgaro.

De nuevo necesitó apelar a su firmeza en los puntos decisivos para mantenerse a flote. Aunque su juego fluyó con algo más de naturalidad, repitió irregularidad a lo largo del encuentro. Nadal se sobrepuso a los múltiples sobresaltos en una noche en la que aparecieron los fantasmas de Rosol.

El primer obstáculo para el balear llegó muy pronto, con una rotura de servicio en el juego inicial del partido. Dimitrov ganó 30-40 y en un instante sembró de dudas a Nadal, que, sin embargo, se repuso con bastante facilidad.

Aguantó con paciencia hasta el octavo juego del primer set y le devolvió la jugada para igualar el marcador 4-4. Después, ganó su servicio y remató la jugada en el siguiente para llevarse la primera manga por 6-4 tras un susto bien resuelto.

Entonces, nada más empezar la siguiente manga, Nadal sufrió su segundo sobresalto de la noche. De nuevo, como al principio, Dimitrov logró otra rotura y se convirtió en una apisonadora que dejó grogui al español, que estuvo a merced de su rival hasta llegar a ponerse por detrás en el marcador con un 4-0 preocupante.

De nuevo volvió a reaccionar, ganó tres juegos seguidos y se colocó uno por debajo, pero no fue suficiente. Dimitrov no perdonó y acabó devolviéndole el set con un 6-4 a su favor condenando a Nadal a otro partido de larga duración.

El balear, que había ganado a Dimitrov en los seis enfrentamientos que disputaron ambos con anterioridad, volvió a ceder una vez más su saque a las primeras de cambio en un set, esta vez en el tercero y definitivo. A remolque, Nadal volvió a reaccionar pese al cansancio del choque anterior.

Un par de roturas más, en el cuarto y en el octavo juegos, sellaron otra victoria sufrida para el tenista español, que continúa adelante con la ilusión de ganar su primer torneo en un 2015 complicado: ha caído de la tercera plaza del ránking a la séptima y sus registros más destacados están lejos de sus mejores estadísticas.

Suma una final en Madrid y dos semifinales en Shanghái y Montecarlo. Eso es lo más destacable. En Basilea, mantiene sus aspiraciones de recuperar su mejor versión. Su próximo rival saldrá del enfrentamiento entre Cilic y Gabashvili.