El momento de felicidad que vive el Villanovense desde que el sorteo copero le emparejara con el Barcelona tuvo su continuidad ayer al empatar a cero frente a un rival sin estrellas, en el que los suplentes no lograron un resultado acorde con la distancia que les debe separar de un Segunda B.

Debido a las lesiones y a las rotaciones, el equipo azulgrana se presentó en Extremadura sin el tridente y sin otros pesos pesados del equipo como Iniesta, Busquets, Mascherano o Piqué, para disgusto de los aficionados locales.

El técnico azulgrana, Luis Enrique, desplazó a cuatro canteranos, el máximo que le permite la norma, y sacó una alineación casi irreconocible, sobre todo de medio cambio hacia arriba.

Masip y Douglas volvieron a la titularidad casi un año después y Bartra fue el único que repitió en el once.

El Villanovense, que llegaba a esta cita con la historia en un buen momento, con dos victorias en casa y un empate de calidad en Mérida, presentó prácticamente a su equipo de gala, aunque no pudo contar por lesión con Súper, Javi Zafra y Carlos Ándujar por lesión.

Nada más arrancar, a los tres minutos, el brasileño Douglas dio el susto y, aunque llegó a pedir el cambio, aguantó sin mayor problema.

El arranque fue de tanteo, nadie se volvió loco, ya que el Villanovense esperó atrás bien colocado y el Barcelona tocaba sin profundidad.

Con el público volcado en cada acción de los suyos, llegó la primera ocasión verde en un error defensivo que Moraga a punto estuvo de aprovechar con un gran disparo cruzado.

Un par de cabalgadas del camerunés Kaptoum fue lo único incisivo del Barcelona en la primera parte, en la que jugó con un ritmo cansino, rondó el área, pero las mejores ocasiones fueron locales.

La segunda parte arrancó sin cambios, con el Villanovense atrás, y sin síntomas de cambio en los de Luis Enrique. Hubo que esperar al minuto 63 para ver el primer disparo con intención del Barça; Sandro se la preparó a la derecha y el esférico rozó el larguero.

El final del partido fue recibido como una gran victoria por los aficionados locales, a los que el resultado les da derecho a soñar con un milagro en la vuelta.