En un partido que se le estaba poniendo feo a un Barça al que se le atragantó un eficaz y combativo Villarreal, apareció Neymar, después de haberse peleado con media defensa y el árbitro, y decidió salir en todas las fotos, con dos tantos, uno de belleza extrema, y tras haber cedido a Luis Suárez el lanzamiento de un penalti.

Antes de la comodidad en el marcador, el Barça se había topado ante un rival sólido atrás y sin apenas posesión ni actitud por conquistarla. Los de Luis Enrique compitieron mejor en la segunda mitad. Volvió a someter al equipo de Marcelino, que se echó atrás y no pudo con la presión acertada azulgrana del gol de Neymar desde el costado izquierdo, a pase de Busquets.