Hay equipos que nunca dejarán de estar marcados por las señas de su historia. Ayer, contra el Grissin Bon Reggio Emilia, el Herbalife lo demostró. Porque en Siete Palmas, volvió a aparecer el Granca de la rabia, al que nunca nada le ha resultado fácil; el de la pasión, que sabe lo que cuesta ganar cada punto; el de la garra, que da un extra para alcanzar un rebote; el del trabajo, que resuelve partidos cuesta arriba; pero sobre todo, el Granca que siempre va de la mano junto a su afición. Ese Gran Canaria fue el que consiguió ganar al Reggio Emilia por 76-67 para dormir como líderes de grupo en solitario.

Pero costó que ese Granca saliese a flote. Frío. Así, tanto como el Gran Canaria Arena, que apenas daba ruido al asunto, empezó el Herbalife. Sin aplausos, pitos, ni nada que hiciera creer que no se jugaba un partido de entrenamiento, los italianos, casi con el mismo carácter impetuoso que les marca su identidad, se lanzaron a por el partido. Lo hicieron de la mano de un excelente Della Valle. La mano del base transalpino y su ritmo, acompañado por Aradori, provocaron que el Reggio Emilia dominara el marcador. Los triples de Della Valle -hasta tres en el primer cuarto-, mandaban (7-13).

Sólo algunas decisiones arbitrales caldearon el ambiente. Fue la reacción del Herbalife. El público anima y el equipo anota. Era la solución a la incógnita a resolver de una ecuación clara. Eso, acompañado de una presión defensiva algo más alta y exigente, fue motivo de reacción para el Granca. De la mano de Paulí y a base de tiros libres igualó un partido (23-23) que llegó a perder por ocho puntos (10-18) durante los primeros minutos. Polonara, con un triple, mandó el partido al segundo cuarto con una ventaja de tres puntos para su equipo- (23-26).

El segundo cuarto no se despertó con buenas noticias para el Herbalife. Lento en ataque, sin acierto en el perímetro y previsible en la toma de decisiones de sus bases, los de Aíto no encontraban la forma de encarar el partido. Un tiempo muerto de García Reneses levantó al equipo. Los decibelios del Arena aumentaron. La defensa del Granca subió su nivel. Empezaba a asomar el Granca. El partido, con Paulí de revulsivo otra vez y Omic -acabó el choque con 17 puntos y 10 rebotes- sujetando al equipo en la pintura, se afeó. Las defensas se sobrepusieron a los ataques para llegar al descanso con el resultado en tablas (36-36).

Más igualdad

Acostumbrado a paseos hasta ahora en el Arena, el Herbalife se percató de que eso no iba a suceder. Así lo enseñaba el conjunto italiano que nunca se fue seis puntos por debajo en el marcador durante el tercer cuarto. A golpes, sin guardia en el rostro, Herbalife y Reggio Emilia se iban al último cuarto separados por un punto (53-52).

Gentile con un triple y Silins con un 3+1 le pusieron todo de cara al Reggio Emilia (55-61). Pero los italianos no contaban con el carácter del Granca y ese espíritu combativo que nunca decae y que endosó un 21-6 de parcial final que acabó con el partido. Báez y Pangos, con un triple clave y celebración para Kuric incluida, fueron decisivos. Carácter para un equipo con alma.