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Herbalife Gran Canaria La crónica (9ª jornada)

El músculo del colectivo

El Granca tumba al Obradoiro (88-75) con una gran imagen y una completa actuación coral para sumar su séptima victoria y mantenerse quinto en la tabla

El esloveno del Granca Alen Omic machaca el aro sobre el expívot del Canarias Jesús Chagoyen. QUIQUE CURBELO

Defender, correr y acertar en torno al colectivo como motor fundamental de las victorias. Esa gran premisa que el Herbalife Gran Canaria se grabó al comienzo de la temporada y que se diluyó en las últimas semanas volvió a salir a flote. Ayer, ante el Río Natura Monbus, el conjunto claretiano se reencontró con su mejor versión para barrer con sudor y brillo al conjunto gallego por un contundente 88-75 que mantiene a los amarillos quintos e invictos en el Gran Canaria Arena en lo que va de campaña.

Pero antes, le costó al Herbalife empezar a flotar sobre el parqué. Hasta tres ataques tuvo que elaborar antes de ver la primera canasta del partido. Mientras, el Obradoiro no dejaba espacio para que el Granca se soltase, aplicados en defensa y con un buen 0-4 inicial. Justo hasta ese momento. Porque a partir de ahí, el Herbalife sacó su baloncesto con un Pangos inspirado en la dirección y un Omic -acabó con 17 puntos y 9 rechaces- potente en el rebote. El buen acierto en el aro contrario revolvió el choque hasta un 11-4 que desesperó al entrenador visitante Mocho Fernández en la banda, obligado a tomarse un tiempo muerto.

La reacción de los compostelanos llegó a base de Adam Waczynski. El polaco tiene madera de líder sano, de ese que sabe cuándo y cómo tiene que actuar en pro del conjunto. Y así lo hizo para lanzar a su equipo al clavar un triple y poner fin al cuadro que le pintaba el Granca. Con un punto más en defensa y el tiempo de rotaciones el Obradoiro revivió. Tanto que consiguió desconectar por momentos la fluidez ofensiva del Herbalife y retomar el pulso en el marcador para llegar al fin del cuarto con un punto arriba (17-18) tras un error de Rabaseda y una entrada elegante de Pepe Pozas.

Al comienzo del tercer cuarto, Oliver, con un triple (20-18), advirtió que ese periodo iba a ser de los bases amarillos. No obstante, los tiros libres y Pozas se empeñaron en que el Obradoiro no cediese y se pusiera por delante de nuevo (20-24). Hasta ahí. Porque desde ese momento el Herbalife voló. Algo que hizo con dos hombres de la cosecha del 78 que entre ambos suman 74 años: los jóvenes señores Albert Oliver y Sitapha Savané.

El primero surgió para mover el equipo con criterio y acierto como al final del primer cuarto. Y también para anotar. El segundo para cerrar el aro local y provocar que estos días, las torres del Obradoiro tengan pesadillas con él. Alec Brown -un gigante de Minnesota de 2,16 metros- fue el primero en enterarse a qué sabe un tapón de Taph. Un par de jugadas después le tocó a Artem Pustovyi. Porque Savané, con 15 centímetros menos que el ucraniano -también llega a los 2,16 metros mientras que el africano se queda en los 2,01- y catorce años más en sus manos, le colocó otra chapa, más una extra en el cuarto periodo, de esas que ponen en pie al Arena. Como las de los viejos tiempos en el Centro Insular de Deportes, como si los lustros no pasaran. Además, se mostró firme desde la línea de tiro libre y fuerte en el rebote. El valor de la experiencia al servicio, cómo no, del colectivo.

Y de ahí a la osadía y juventud de Pangos -acabó con 21 puntos-, que tomó el testigo de Albert Oliver para derrochar talento y anular al Obradoiro. Con diez puntos, dos triples incluidos, el canadiense jugó como quiso, con cabeza y sin caer en el ansia anotador que en ocasiones revuelve su juego. Un lanzamiento de tres suyo colocó el 45-33 en el marcador. Pero el Herbalife tenía un problema que no conseguía cerrar: la metralleta desde el perímetro de Waczynski. El polaco acabó ese cuarto con 19 puntos y un acierto estratosférico desde el triple (5/6, o lo que es lo mismo, el 83% de acierto). En base a su juego, el Obradoiro se fue al descanso con vida y un esperanzador 48-41. En esos minutos, el nuevo fichaje DJ Seeley se asomó por primera vez al Arena.

Fue entonces cuando Israel González, ayer jefe del banquillo amarillo por la ausencia de Aíto García Reneses tras operarse de unas piedras en el riñón, junto con Víctor García, sacaron su pizarra para intentar dinamitar el juego del Obradoiro. Y el asunto ahí estaba en cortar a Waczynski. El trabajo de Rabaseda, intangible en las estadísticas, se notó. Fatigado y con la defensa pegajosa del catalán, el polaco cerró el grifo de los triples. Con el Granca reboteando con facilidad (41 rechaces amarillos por 25 del Obradoiro al término del partido) el Herbalife corrió y disfrutó en el tercer cuarto, donde endosó un 23-10 que dejaba el partido sentenciado (71-51). La mayor parte del trabajo estaba listo y con el viento a favor el Herbalife cerró en los últimos diez minutos su séptima victoria de la campaña en la Liga Endesa con las viejas formas y el corazón de siempre.

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