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Deporte base Atletismo

La gran familia del CAI

El club intenta educar en valores y apuntalar el futuro de la entidad a través de su Escuela, que cuenta con medio centenar de chicos y chicas que disfrutan con la práctica del atletismo

Cuando Eoin Flynn se asentó en Gran Canaria desde Irlanda por amor, buscaba un club de atletismo. Empezó a correr a los 24 años y hasta que cambió de latitud nunca vistió otra camiseta que no fuera la del equipo de su barrio. "Yo lo que quería cuando llegué era un club que sintiera el deporte como lo hacía. En Irlanda corres por el club de tu ciudad, de tu barrio, no está de moda eso de fichar. Me siento un vecino más de Las Palmas de Gran Canaria, busqué el club histórico de la ciudad y aquí estoy. Es como una gran familia". Por ello, Eoin Flynn, ganador del Maratón de Gran Canaria de 2014 eligió al CAI para competir con la licencia federativa desde hace cuatro años.

Una familia que una temporada más intenta crecer, resurgir de tiempos mejores y volver a levantar a lo más alto al club con más solera de Las Palmas de Gran Canaria. Un objetivo complicado en un deporte como el atletismo que no vive sus mejores días en el profesionalismo en España. La manera para intentar regresar a los días de oro del club: intentar hacer cada día más su proyecto de cantera. Un desafío que requiere de la implicación de toda la familia. Complicidad y sacrificio.

Creado por un grupo de amigos de la Vega de San José en los 60 y refundado unas décadas más tarde, el Club de Atletismo Insular de Gran Canaria cuenta en la actualidad con 180 licencias federativas. De ellas, alrededor de 50 son para las categorías base del club.

"Nuestra ilusión es que los más pequeños vayan superando etapas de su formación junto a nosotros y sobre todo que se diviertan haciendo deporte", explica Vicente Betancor, director técnico.

Betancor lleva 40 de los más de 50 años de la historia del club ligado al mismo. Reconoce que ha habido tiempos mejores del club, pero mantiene la ilusión del primer día. Lo mismo que cada uno de los técnicos y monitores del club, en su gran mayoría, personas vinculadas al club de una u otra manera. Desde algunos que han visto crecer al club desde sus inicios a algunos como la lanzadora de disco Alice Matejkova. Nacida en Checoslovaquia, compitió en los Juegos Olímpicos de 1996, 2000 y 2004 - el primero con su país de origen y los otros dos con los colores de España-.

Todos lo hacen de una manera altruista. Nadie cobra por pasar las tardes en la Ciudad Deportiva de Gran Canaria -el antiguo Martín Freire- metidos de lleno en la Escuela de atletismo de la entidad.

La recompensa no está en la cartera y sí en las emociones que otorgan trabajar con los más jóvenes e inculcarles los valores del deporte. Esa es una de las grandes columnas de las que se agarra la entidad. La metodología usada por la institución se encamina más al conocimiento que al rendimiento inmediato de los niños, algo totalmente secundario. "Siempre tenemos dificultades de todo tipo a lo largo de los años, pero los técnicos la verdad es que no fallan. Nos tomamos esto con mucha ilusión en todas las especialidades del deporte", prosigue Vicente Betancor.

La última incorporación al organigrama del club es el psicólogo Rafael Pablos. Con experiencia en la cantera del Sevilla CF, este cordobés llegó a Gran Canaria hace un par de años. Aficionado al atletismo se acercó al CAI gracias a la mediación de Betancor y la casualidad que hizo que por motivos laborales se conocieran. "Me encanta el tema de la psicología deportiva y me propusieron aportar mi granito de arena al equipo".

Ahora empieza a trabajar con el club desde las categorías más pequeñas los metidos de lleno en competición. "Es una relación que nos da a las dos partes. Yo intento ayudarles a ellos y para mí trabajar con los pequeños es muy gratificante".

La educación en valores y el control del trabajo y la frustración para que los jóvenes entiendan que el esfuerzo es uno de los puntos que más se trabaja. Pero también la coordinación con los entrenadores para pulir la técnica en procesos de concentración y memoria de movimientos. Todos procesos psicológicos superiores. "Es una familia. Al ser un club pequeño es fácil trabajar con ellos y la predisposición enorme", afirma.

Mientras los más pequeños, muchos recién llegados este año, no dejan de mostrar su sonrisa. El lema del panfleto informativo del club se cumple: '¡Nos divertimos practicando deporte!' Pero no sólo se queda ahí. Además de sudar y aprender a usar su cuerpo, se intenta inculcar responsabilidades y hábitos de vida saludables más allá de la actividad física. La alimentación, el respeto a los demás, al mobiliario de las instalaciones y a los compañeros son otras máximas que el club lleva intrínsecas en el día a día.

Las finanzas de la Escuela se sustentan en gran parte en las cuotas que pagan los padres de los chicos. "Con ello podemos sufragar los gastos de las equipaciones, las licencias federativas o los viajes y desplazamientos, si no, sería inviable", sostiene Vicente Betancor.

El material es otro de los problemas a los que se enfrenta en CAI Gran Canaria en la actualidad. "Nos faltan jabalinas o balones, pero con lo que tenemos nos apañamos. Estamos bajo mínimos y entre las cuotas y las ayudas del Cabildo podemos tirar hacia delante", prosigue Betancor. Precisamente, por no poder acudir a un viaje de la competición, el club descendió de la Primera División del atletismo nacional.

"La Federación nos aplicó la normativa y bajamos a la segunda categoría", señala el director técnico del CAI.

El gran objetivo global del club esta temporada es recuperar el prestigio en torno a esa categoría y que los chicos tengan motivaciones deportivas además de las sociales que otorga el club. "Actualmente somos campeones júniors y absolutos de campo a través en Canarias. Es una de nuestras esperanzas del club para recuperar la categoría", señala Vicente Betancor.

La otra la expone Alberto Cabrera, otro fondista clásico del CAI Gran Canaria que entró en el club desde su refundación a finales de la década de los 70. En un mundo donde las carreras populares se multiplican y los corredores salen de casi cualquier lado, espera que a muchos niños y jóvenes les pique la curiosidad, se acerquen, prueben y descubran otras disciplinas.

"La ilusión es esa. Carreras donde antes íbamos los 200 de siempre, ahora te encuentras a 5.000 personas volando. Ahora queda que muchos de ellos, tanto grandes como pequeños den el paso de venir un día por aquí y que vean de qué va esto, que sientan este club", cuenta.

Una familia la del CAI que no quiere parar de crecer mientras anhela volver a los tiempos de gloria de la máxima categoría del atletismo nacional. Escalar desde la humildad y el tesón, el secreto de un escudo con 180 corazones.

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