El Gordo sin el Flaco, Simon sin Garfunkel o Stockton sin Malone serían casi inconcebibles. Desde el cine, a la música acabando en el deporte. La historia demuestra que el talento en pareja va mejor y el Herbalife Gran Canaria se siente mejor cuando Kevin Pangos y Alen Omic bailan al mismo son.
Así, el cuadro de Aíto García Reneses remontó un partido que casi siempre llevó a remolque con la pareja como protagonista. Con el martillo machacón de Omic y la dirección y anotación de Pangos, el Herbalife pudo sacudir su atasco en el ataque que lastró al equipo durante la primera mitad del duelo.
Porque hasta el último periodo del partido, con todo en el aire, el conjunto claretiano no consiguió dar comba a su clase. Lo hizo en base a un buen trabajo colectivo en defensa para intentar aplacar el juego de Pietro Aradori y Darjus Lavrinovic -una pareja que acabó con 20 puntos cada uno-. Y en esa desdicha fue cuando Omic se entonó para comenzar a frenar a Veremenko, que con su potencia y calidad en los movimientos en el poste, había desquiciado al esloveno en el partido junto a la incidencia de Lavrinovic. Tanto que cuando el Granca tenía encarado el partido con cuatro puntos a favor, hubo una antideportiva de Omic al agarrar al fino jugador lituano. Un aprieto del que el propio gigante nacido en Bosnia salió.
Porque con nueve puntos en ese cuarto de los 12 que logró en el partido, el esloveno pudo redimirse. Pangos -acabó con 15 puntos-, asistía y anotaba, sin miedo en la línea del tiro libre. Sus movimientos dóciles con el balón y casi artísticos dejaron canastas de clase, de ese estilo que sólo los privilegiados pueden alcanzar. Mientras, Pablo Aguilar, negado durante el partido, se colaba en el tercer cuarto con buenas mañas para ponerle música a la pareja. Un equipo que respira mejor cuando su tándem de talento y garra se aplica sobre el parqué.
