El 16 de enero, después de una dura derrota ante el Granca en el Martín Carpena (50-67) que dejaba a Unicaja fuera de la Copa del Rey, Aíto García Reneses fue despedido como entrenador del conjunto malagueño. Aquello fue el último capítulo de una relación turbulenta: la afición no perdonó ni una al técnico y, tras meses de broncas y reproches, el asunto se acabó con un amargo despido.
Pocos meses después, fue a Berdi Pérez quien le tocó salir de la entidad de Los Guindos por la puerta de atrás. Contratado como director general tras destacar como director deportivo en el Granca, al ejecutivo catalán se le señaló durante años de la mala dinámica en la que se movió Unicaja entre 2007 y 2010 -no conquistó ningún título tras conquistar una Korac, una Copa del Rey y una Liga Endesa-. Aquel vínculo terminó en los juzgados: con una demanda de Berdi Pérez para reclamar unos bonus económicos que consideraba que le correspondían.
Anoche, Aíto García Reneses y Berdi Pérez se toparon con un Unicaja moribundo. Y esta vez, en Málaga, nadie puede responsabilizar a ambos del desastre.
