Manuel Velázquez, centrocampista del Real Madrid entre 1965 y 1977, falleció ayer a los 72 años de edad, según informó el club blanco. El ex jugador del Real Madrid fue el cerebro que dirigió el juego de su equipo durante más de una década, en la que logró su mayor éxito tras ganar la sexta Copa de Europa del club después de vencer 2-1 al Partizán de Belgrado.

Aquel fue su mayor hito. La final disputada en el estadio de Heysel en 1966 representó la culminación de un centrocampista exquisito, amante del pase milimétrico, purista de la elegancia y con la suerte del principiante: en su primera temporada en el Real Madrid fue titular y ganó la Copa de Europa.

Manolo Velázquez también fue decisivo en el título que llegó acariciar la UD Las Palmas en la temporada 67/68. La UD llegó a Chamartín con posibilidades reales, pero el 2-1 final relegó a los amarillos a la tercera plaza tras el Barcelona. Velázquez marcó el 1-0, después Paco Castellano empató al batir de falta al también malogrado Antonio Betancort. Posteriormente, una asistencia de Velázquez a Pirri, que estaba en claro fuera de juego, supuso el 2-1 gracias a la decisión del polémico árbitro Zariquiegui. Las Palmas perdió sus opciones.

Velázquez llegó a la entidad merengue en el curso 1965/66. Admirador de Ferenc Puskas, muchas veces lamentó que algunos le acusaran de retirar al jugador húngaro, que coincidió con él en la temporada de su estreno.

Tras dos cesiones consecutivas en el Rayo Vallecano y en el Málaga, entró en los planes del entrenador Miguel Muñoz, que renovó a un equipo envejecido tras el paso de nombres imprescindibles con Alfredo Di Stéfano a la cabeza.

Generación irrepetible

Velázquez fue una de las apuestas de Muñoz para un equipo en el que coincidió con Pirri, Serena, Amancio, Manuel Sanchís, Grosso, De Felipe, Zoco y Betancort, estos dos últimos fallecidos el año pasado.

Ese grupo de jóvenes, junto con Paco Gento y Emilio Santamaría, y la testimonial presencia de Puskas, lograron, con Velázquez a los mandos del juego, ganar la sexta Copa de Europa. Después de eliminar al Kilmanrock escocés, al Anderlecht belga y al Inter de Milán italiano, doblegaron al Partizán en la final y conquistaron un trofeo que no volvió a las vitrinas blancas hasta 1998.

Velázquez fue uno de los pilares de aquella generación y, aparte de ese trofeo, ganó seis Ligas y tres Copas de España, la actual Copa del Rey. Pero su fútbol, que tenía muchos admiradores, también tenía muchos detractores que le acusaron de ser un futbolista demasiado frío sobre el terreno de juego.

Por eso, el fichaje del alemán Günter Netzer, que deslumbró en la Eurocopa de 1972, aceleró su paulatina decadencia ante un competidor de renombre que fue desplazando a Velázquez. Aquella competencia generó debate entre el público que acudía al Bernabéu cada domingo a ver a su equipo. Netzer o Velázquez o, incluso los dos juntos, formaron parte de la tertulia de esas temporadas.

Poco a poco fue contando con menos minutos y, pese a la salida de Netzer del club en el curso 1975/76, una grave lesión en el curso siguiente acabó con su carrera en el Real Madrid. Después, tras el partido homenaje que recibían entonces los grandes jugadores blancos, alargó su carrera en el Toronto Metros-Croatia de Canadá.

Allí dio sus últimas patadas a un balón como profesional tras 301 partidos de Liga, 44 de Copa, 30 de Copa de Europa, 13 de la Recopa y 2 de la Copa Intercontinental en los que marcó un total de 59 goles.

A lo largo de su carrera a Velázquez se le quedaron dos espinas clavadas: la primera, jugar más con la selección (sólo fue internacional diez veces) y disputar alguna gran competición con ella. Y, la segunda, la acusación de retirar a Puskas, algo que siempre le dolió.

Su elegancia sobre el terreno de juego la trasladó a todos aquellos a los que admiró. Este viernes, el Real Madrid se despidió del timón de la generación yeyé, del cerebro de una década.