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Una avalancha sobre el Herbalife

El FC Barcelona Lassa entierra con eficacia a un Granca que sólo aguantó hasta el descanso - El equipo de Xavi Pascual manejó rentas de hasta 30 puntos

Hay cosas que se pueden extrapolar entre distintos deportes. Y ayer, además del público que pasó del Estadio de Gran Canaria al Arena en unos minutos se trasladaron otros asuntos. Porque el poderío y arte resolutivo que el Atlético de Madrid demostró en el césped, el FC Barcelona Lassa se lo aplicó en el parqué para vapulear al Granca solo unos minutos más tarde. Los de Xavi Pascual funcionaron como un rodillo, aplanando las ideas de los de García Reneses que cayeron con facilidad -y fragilidad- ante el acierto catalán. El resultado final, un amplio 81-96 que el Herbalife maquilló en el último cuarto, para evitar salir sonrojados por las distancias de más de 30 puntos que le sacó el Barça.

Pero antes de todo eso, la primera jugada del partido aventuraba otra cosa, que el Granca no iba a vender fácil su piel. Salin acabó por los suelos, estampado contra la primera fila en la lucha por el balón rebotado del salto inicial del duelo. Algo que se repitió un par de segundos después cuando Rabaseda buscaba un rebote casi imposible. Con esa intensidad, el público de escolta y la actitud defensiva, el Herbalife se fue con un 7-2 de inicio, merced al acierto de Báez en el perímetro y el esfuerzo de Alen Omic en la pintura.

El instinto de Satoransky levantó a un Barça bien maniatado gracias al ánimo amarillo. Solo el base checo, otro talento cultivado bajo el vivero de Aíto García Reneses, con la ayuda por dentro de Ante Tomic podían encontrar resquicios en el aro del Granca. El tándem lo logró y consiguió que el equipo catalán pusiera su primera ventaja del partido (7-9). Sin Pangos, de baja un partido más, Aíto volvió a improvisar con Oriol Paulí de uno. Las rotaciones le hicieron un favor al Barça. Con Samardo Samuels y Shane Lawal el juego interior catalán ganó en músculo y casi de forma inmediata en entereza. El alley oop que culminó el nigeriano Lawal era premonitorio. Los dos interiores se adueñaron de ambas zonas para mandar el partido al final del primer tiempo con un 17-23 favorable a su equipo.

Momento Lobezno

Álex Abrines, inadvertido en el acto inicial, sacó sus garras. Dos tiros desde el 6,75, dos triples encestados. Esa efectividad máxima fue contrarrestada con un par de 2+1 claretianos. Primero con Brad Newley y después con Eulis Báez (23-29). Eso era lo que sostenía al Granca de la poca piedad que mostraba el conjunto de Xavi Pascual.

Porque la racha de Abrines pasó de manos. El chorro de magia del '10' del Barça se trasvasó a los brazos de Brad Oleson y Stratos Pereperoglou para que los azulgranas empezaran a romper el marcador, casi impecables en el lanzamiento. La distancia entre los dos equipos, notable en calidad, se reflejó en los dos dígitos en el electrónico que tomó el Barca y que ya no soltó nunca (28-39 min.16). Una fiesta en la que Satoransky seguía participando, fino en la dirección, mientras Tomic y Lawal reboteaban. No había nada que hiciera pensar que algo iba a fallar en el Barça. Nada.

Mientras al Herbalife le dio por agobiarse. Las ganas de proyectar las canastas antes de ejecutarlas para evitar que la sangría fuera mayor, no le sentaron bien al Herbalife. Y más cuando en el último segundo de la primera parte y tras saque de fondo en el campo del Barça, Abrines repitió con otro triple (4/4 al descanso) esta vez desde siete metros para rematar la fortaleza mental del Herbalife. En el electrónico, un 41-57 dejaba al Barça una renta muy cómoda -16 puntos, la máxima hasta el momento-.

Ese panorama provocó que la desesperación se apoderase de un Granca que ayer sí echó de menos a Kevin Pangos. No solo en la dirección para intercambiarse con Albert Oliver, sino también para romper desde el perímetro la muralla en la que se convirtió la defensa azulgrana. La distancia no hizo más que aumentar en el marcador. La respuesta, en la calidad casi infinita que tiene Pascual para rotar a sus hombres y que apenas se note. Tiene muchos y son muy buenos. Simple y real. Porque si el segundo cuarto fue el de Abrines, el tercero fue el de Justin Doellman -con 12 puntos en esos 10 minutos-. Desquiciados por el acierto del Barça, el 5-21 de parcial (46-78, min. 24) sentenció el partido.

Abofeteado, el Herbalife se marchó al final del tercer cuarto con un 53-85, casi treinta puntos de ventaja que no disimulaban que el Herbalife había entregado hace tiempo ya sus armas en el partido. Oleson, Lawal, Doellman y Perperoglou se habían asegurado de ello.

Aún así, el Barça invitó a otro asalto más al Herbalife. Esta vez, con la guardia baja y sin flotar con tanta lucidez. Con minutos para Erikson o Venzenkov, los de Pascual bajaron su intensidad gracias a su renta que inhabilitaban cualquier intento de reacción amarillo.

El orgullo

Ese propósito salió gracias a tres hombres: Alen Omic, Brad Newley y Eulis Báez. El trío se empeñó en que el Granca sacara su amor propio. El gigante esloveno levantó tímidamente al público -al que se tiene ganado desde hace tiempo- para animar a sus compañeros a maquillar el marcador. La premisa de Omic -el mejor del Granca con 23 puntos y 32 de valoración- se la aplicó el alero australiano. Newley completó su mejor partido del año con 19 puntos y 25 de valoración. Una versión más entera que la que se ha podido ver este año del jugador de Adelaida.

Sólo ese orgullo y la desconexión coyuntural del Barça permitió que el Granca sacase la mano. Porque la avalancha de talento, efectividad y dinamismo del FC Barcelona había sido suficiente para él. Al final, un 81-96 se paró en el Arena, que se quedó sin celebrar el pase matemático a la Copa y con la sensación de que el castigo había sido muy justo.

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