Un clásico indomable de la pasarela del sentimiento. El rey del asfalto. Alfredo Juan González Sosa, de 61 años, cruzó ayer la meta de la media maratón, equipado con su tradicional dispositivo del 'pío pío'. Este aficionado de la UD Las Palmas, que ha participado en las siete ediciones de la selva de los kilómetros, compitió vestido de rojo con su pájaro mágico en la gorra. Pintor de profesión, dio un festival de ingenio con una puesta en escena al más puro estilo de Eurovisión.

Alcanzó la meta, por fin, con su equipo en Primera. Tras 13 años de peregrinaje por el infierno. Tocaba celebrarlo a lo grande. Y apostó por un diseño de vanguardia. Rojo pasión y el 'pío pío' como GPS para iluminar la meta.

Alfredo perfeccionó su ritual, cuando cruzó la línea puso en marcha el dispositivo electrónico y sonó el himno de la UD. Y el veterano corredor estableció la nota de elegancia. Con el lenguaje de los signos -el isleño es sordomudo- exclamó a los cuatro vientos que su corazón es amarillo. Cien por cien de la galaxia de Quique Setién. No hay límites para el artista. Un devorador de kilómetros y ejemplo de superación. El atleta de la pasión por la UD, es el rey de la meta. Espectáculo y sacrificio, dos valores garantizados.

Sudáfrica, casilla de salida

John Edwards estudia Medicina en Johannesburgo y completó ayer la maratón.42 kilómetros con un mensaje único: "Decirle a mi novia Sara que sigo pensando en ella. Es el motor de mi vida y corro por todo el planeta por ella. Falleció hace unos años pero aún la recuerdo", resalta el atleta de Sudáfrica. Desde la otra punta del planeta para alcanzar la eternidad. "Competir me hace estar vivo, me siento invencible. Estos retos te llenan. Sepultan la tristeza".

Mareos, indisposiciones, sudores y latir de pánico. La meta se convierte en un museo de sensaciones. Todo vale para alcanzar la eternidad. El baile de la última zancada. Vale de todo, acordarse de un escudo, de un familiar o simplemente del cielo. Los kilométros siempre llevan una dedicatoria. Y una melodía.