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Pachanga histórica

El Herbalife Gran Canaria apabulla al Hapoel Jerusalén y cierra el 'Last 32' con su victoria más amplia en todas sus participaciones en la Eurocup

Pachanga histórica

Sin emoción, pero con récord. Así acabó el último partido del Last 32 del Herbalife Gran Canaria, donde el equipo dirigido por Aíto García Reneses destrozó al Hapoel Jerusalén sin compasión. Tan poca, que a costa de la incomparecencia -no física, pero sí espiritual- del equipo israelí, el conjunto claretiano sumó su victoria más amplia de la historia -por 47 puntos de diferencia- al acabar el partido con un 108-61 para fotografiar.

No era una pachanga de patio de instituto, pero casi. Problablemente, si a ambos equipos le hubieran propuesto firmar el primer empate de la historia del baloncesto moderno o bien aplazar el partido para otro momento, hubieran aceptado. Sin la intensidad competitiva de tener que buscar un resultado, con el Granca como primero de grupo tras la derrota del Estrasburgo en Saratov, y el Hapoel sin ninguna opción de estar en la siguiente fase y sin mostrar demasiado orgullo, con la mente puesta en mantener su liderato en Israel, el partido se convirtió en un pasacalles de carnaval.

En esa cabalgata en la que se transformó el encuentro, Anzejs Pasecniks fue el actor principal de entrada. El joven pívot letón empezó a danzar por la pintura, sin la intimidación de D'Or Fischer, lejos de parecerse a aquella mole rocosa que asombraba en el Real Madrid. Ahí el ex del VEF Riga se lo pasó bien. Cuatro canastas seguidas suyas abrieron un parcial de 10-5 a favor del Granca que sólo pudo crecer. Con todos buscando al gigante báltico, el partido se había acabado en apenas cinco minutos. Mientras Pasecniks sumaba puntos al ritmo de una locomotora (12 en menos de diez minutos), Aguilar trataba de retomar sensaciones con buenas mañas. Todo bajo la dirección de Albert Oliver, generoso un día más a la hora de repartir asistencias.

El Hapoel, sin alma, vagabundo en el Arena, tampoco hacía mucho por cambiar la historia. Así, la sangría no hacía más que aumentar. Un parcial de 14-0 (24-5) dejaba el partido visto para sentencia. Mirar al marcador al término de los primeros 10 minutos podía destilar lo que había sucedido en la cancha. El 31-12 del marcador dejaba al aire la falta de ganas por competir del Hapoel.

Ni AC/DC con su Back in black hacía despertar al equipo hebreo. Ni eso, ni las broncas de su técnico, Danny Franco, incapaz de meter algo de actitud en los suyos. Bajo esa dinámica, el partido no tenía por qué cambiar y así transcurrió el segundo cuarto.

Más que para competir, el partido se tornó en un lugar para encontrar otras cosas. Por ejemplo, para que DJ Seeley siga demostrando su valía y, de paso, que probablemente sea uno de los mejores jornaleros en las últimas temporadas que ha conseguido el Granca, después de nombres como Alando Tucker o Chamberlain Oguchi. También para que Omic volviera a tomar sensaciones tras perderse dos partidos por problemas lumbares y para que Pangos volviera a ajustar el gatillo.

Y también para que Oriol Paulí, volviera a sus posiciones exteriores naturales sobre la pista y Pasecniks siguiera acumulando minutos sobre el parqué. En definitiva, para todo aquello que no implicara la extrema necesidad de tener delante a un equipo con afán competitivo. Un deseo por ganar que el Herbalife no olvidó en el vestuario. La diferencia, con los mismos ingredientes, crecía y crecía. Al descanso era de 23, 58-25.

La vuelta del vestuario dejaba a la luz la misma situación: un Hapoel que no tenía la mínima intención por dignificar su escudo y un Herbalife que quería más.

Intensos y con momentos para el espectáculo. La valoración individual se disparató. Omic acabó el partido con 18 puntos y 17 rebotes; Aguilar con otros 19 puntos y un 3/3 en triples y Newley con otros 14 puntos. Con máximas de más de 50 puntos -52 con el 100-48-, el Granca acabó con la pachanga en récord, mientras el Hapoel volvía a casa con sello en el pasaporte y un paseo por Triana.

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