Se sentía el Athletic a sus anchas, dominador en ese Bernabéu que se había vuelto hostil para cualquier visitante, cuando de repente el balón llegó a pies de James perfilado en la banda derecha. El colombiano fue ganándose el ángulo para conectar su zurda y, desde la frontal, enganchó un remate curvado que se coló junto al poste derecho, imposible para Iraizoz. Faltaban ocho minutos para el descanso y todo cambió. El Madrid recuperó la confianza en su juego y el Athletic quedó tan tocado que concedió otro gol casi con el tiempo cumplido en una llegada al área de Kroos, una rareza. Más lógico fue el doblete de Cristiano Ronaldo, que abrió y cerró la cuenta de su equipo, confirmando su condición de bestia negra de un Athletic jugón y poco resolutivo en las áreas.

Por cuarta vez en la 'era Zidane', los tardones se perdieron la primera escena de la película del Bernabéu. A los dos minutos ya se había movido en el marcador, en una jugada típica de Cristiano Ronaldo: carrera por el costado izquierdo, recorte en el área al central de turno (Etxeita) para perfilarse con su pierna buena y derechazo cruzado, letal para Iraizoz. Parecía la historia de siempre, pero pronto el Athletic demostró que no era el Depor, ni el Sporting, ni el Espanyol. Compensó la baja de jugadores importantes en ataque, como Williams y Raúl García, con un notable juego de equipo y la ausencia total de complejos. Poco a poco fue ganando la partida en el centro del campo, proyectando a los dos laterales y buscando a su matador, Aduriz, que no tardó en conectar su primer cabezazo.

Error local

Curiosamente, al Athletic le llegó el premio en la jugada más imprevista, por un mal entendimiento entre Varane y Keylor Navas que aprovechó Eraso, que pasaba por allí. El empate sorprendió a la grada y descolocó al equipo de Zidane, que durante un buen rato flotó por el campo. Beñat se adueñó del partido y dejó para el Madrid el papel de tiempos no muy lejanos, cuando se amparaba en las contras y la pegada de sus delanteros. Por fin había partido en el Bernabéu, después de los tres monólogos anteriores. Ganó el espectáculo porque los dos equipos, cada uno a su manera, creaban peligro. Aduriz culminó el fútbol combinativo de su equipo con un cabezazo picado, al que respondió Keylor, y un remate que devolvió el larguero. Iraizoz también hizo méritos al tapar los remates de unos delanteros improvisados, Kovacic y Danilo, en llegadas al más puro estilo de un Madrid que sufría sin la pelota.

Sentencia

El balón es lo único que necesita James Rodríguez para reivindicarse. Apenas había tenido peso en el partido cuando clavó el misil en la puerta bilbaína. Dos minutos después, Sabin Merino tuvo el empate en una volea a placer en el área que se marchó a las nubes. Por detalles como ese, o como el gol de Kroos en el último suspiro, un primer tiempo mejor jugado por el Athletic acabó con un 3-1 para el Madrid. La segunda parte ya fue otra historia. El Athletic, tocado en la moral y disminuido en lo físico tras su sobreesfuerzo, ya no pudo mantener el nivel.

El ritmo de juego cayó en picado, llegó el carrusel de cambios y las oportunidades, escasas, siguieron muy repartidas. Cristiano se topó con e poste tras el rechace de una falta y Aduriz con la rapidez de Navas en una salida a sus pies. Sólo la expulsión de Varane, excesiva, rompió la monotonía. Porque los goles al final, de Cristiano y Elustondo, fueron poco más que anecdóticos.