Una fugaz aparición de Fernando Torres en el primer suspiro del partido ante el Getafe bastó al Atlético de Madrid para sumar tres puntos en el Coliseum Alfonso Pérez, donde el cuadro de Diego Simeone ofreció una pobre imagen con la que sumó tres puntos vitales para seguir la estela del Barcelona. La peor noticia fue la lesión de Yannick Carrasco, uno de sus jugadores más en forma, que estará en torno a dos semanas de baja por un esguince de tobillo.

Un minuto y un segundo. Eso es lo que necesitó el conjunto rojiblanco para sacar los colores a los jugadores del Getafe, que llegaron a la cita muy aleccionados por Fran Escribá para no salir dormidos en la primera parte, un periodo en el que ha perdido muchísimos puntos. De hecho, es el equipo que más goles ha recibido del campeonato en los 45 minutos iniciales.

Y, seguro que cuando Escribá vio a Carrasco cabalgar por la banda izquierda casi cuando sonó el pitido inicial, no imaginó que sus jugadores fueran a caer en el mismo error por enésima vez. Pero sus pensamientos positivos se fueron por el desagüe en cuanto vio a Fernando Torres rematar casi en la línea de la portería de Guaita el centro de Carrasco. Solo, sin nadie que le cubriera, dándose un paseo por el área del Getafe, el delantero del Atlético abrió el marcador con una tranquilidad pasmosa.

Los jugadores de Escribá se metieron en un lío. Si abrir la defensa del Atlético es algo muy complicado, se convierte en una odisea hacerlo cuando desde el minuto uno vas por detrás del marcador. Y eso fue lo que le pasó al Getafe, que, excepto un disparo manso de Pablo Sarabia no inquietó más a Oblak.

Mientras, el Atlético vivía muy cómodo, casi jugando al trote. Sólo necesitó echarse atrás, cerrarse con orden y esperar algún contragolpe para liquidar el duelo. Con ese sistema, que aburrió a medio estadio, dispuso de un par de ocasiones claras. La mejor fue la de Ángel Correa, ya en el descuento y con Carrasco lesionado y Kraneviter debutando.