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Baloncesto Copa del Rey La Coruña 2016 (Final)

El batallón amarillo

Los asistentes se decantaron por apoyar al Granca en detrimento del Madrid - La sensación para la afición es la de ser campeones emotivos

Laura Alonso González y Patricia Cabrera Argüello con su disfraz de plátano en el pabelló de La Coruña. CARLOS PARDELLAS

Desde el jueves, el amarillo de las camisetas del Gran Canaria han coloreado las calles de la ciudad coruñesa. Si añadimos que debe ser que los canarios son de fácil cariño, y que se suele apoyar al equipo pequeño, los aficionados que ayer acudieron al Coliseum de Coruña - a excepción de los merengues- decidieron alistarse al batallón de la marea insular y entonar en muchas ocasiones del partido el "sí se puede, sí se puede".

Sobre las seis de la tarde, los fieles al baloncesto invadían las diez mil butacas del feudo de batalla. En el sector en el que se ubicaban los varios centenares de seguidores insulares se notaba la esperanza de alzarse con el primer título del Herbalife Gran Canaria.

Entre los feligreses canarios, dos chicas han concentrado las miradas de los asistentes a la Copa durante los cuatro días. Incluso llegaron a ocupar la portada de un periódico coruñés. El motivo por el que Laura Alonso González y Patricia Cabrera Argüello centraron tanta atención fue su vestimenta: un disfraz de plátano. "Íbamos a comprar artículos amarillos para la Copa, pelucas y esas cosas, y de repente vimos los plátanos y creíamos que íbamos a estar muy originales", subrayan.

Tras haber pasado ronda a ronda y plantarse en la histórica final, ambas seguidoras no pueden explicar con palabras sus emociones. "Es algo que no puedo expresar, es indescriptible lo que siento", indica Cabrera. Aunque de tener que destacar a algún responsable del éxtasis emotivo que vivían antes del comienzo del encuentro, Laura Alonso pondría sus miras en la segunda línea del equipo: "El banquillo ha estado excepcional, Rabaseda y Pablo Aguilar han estado a un nivel muy destacado", indica.

Al igual que la actitud del equipo sobre la cancha, los seguidores comenzaron el partido de forma tímida. Ya en el segundo cuarto, cuando el marcador se apretaba hasta el 24-26, los amantes del baloncesto empezaron a entonar cánticos a favor de los insulares. Ésa fue la primera muestra de que los aficionados merengues iban a encontrarse solos en el Coliseum. Minutos después se terminó de confirmar esa soledad, cuando una decisión arbitral en la que no se pitó un campo atrás de Llull tras palmeo de Lima, se escuchó el mítico: "Así, así, así gana el Madrid".

Las sensaciones del público presente al llegar el descanso era que el Gran Canaria podía hacer historia. Así lo reconocía Aitor Fernández, aficionado del Laboral Kutxa de Vitoria: "Se merecen un título, llevan muchos años haciendo bien las cosas y ya es hora de que les toque". A lo que añadió su decisión de jaleo en el partido de ayer: "Vamos todos los baskonistas a muerte con el Granca".

Los que ayer compraron una entrada para ver la final, querían emoción. Y justo es con lo que se encontraron en el parqué de juego. A partir del tercer cuarto, el Real Madrid se alejaba en el marcador a tirones, lo que podía minar la moral de los jugadores de Aíto García Reneses. Pero la grada iba a ser uno de los aliados ayer para mantener los ánimos mientras pasaban los minutos.

El último intento de jalonar a los insulares hacia la victoria llegó cuando quedaba un minuto para finalizar el encuentro. Ya muchos daban por perdida la final, pero los triples de Oliver y Rabaseda acercaron el marcador a dos puntos y se llegó a soñar por gestar otra remontada más en la Copa. Las diez mil personas rugieron a favor del quinteto de Aíto, con el alentador "sí se puede". Pero, finalmente, no pudo ser.

Aún tras haber perdido una de las oportunidades más importantes de la historia del club para alzarse con el primer título, la sensación con la que se queda la hinchada amarilla es la de considerarse como campeón emotivo.

Así se lo transmitieron a sus jugadores, a los que esperaron a la salida del pabellón, y siguieron entonando los cánticos como si el trofeo que les ofrecía el capitán Báez fuera el de campeón. "MVP, MVP", se escuchó cuando Albert Oliver, uno de los héroes del Herbalife en la Copa, se entrelazaba en un afectuoso abrazo con sus padres.

Los jugadores supieron responder al cariño que le da su afición y uno a uno chocaron la mano de cada alma amarilla que les gritaban: "Campeones, campeones". Román Valerón, uno de los más activos durante los cuatro días de Copa, sentenciaba de una forma muy clara cómo ha sido esta semana para el Gran Canaria: "Nadie daba un duro por nosotros y hasta aquí hemos llegado. El equipo se ha dejado la piel y para nosotros es más que un triunfo".

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