Walter Szczerbiak, hace 40 años -el 8 de febrero de 1976-, pulverizó un registro en el baloncesto español: anotó 65 puntos, en una victoria casi rutinaria de aquel Real Madrid de leyenda -en aquella ocasión sobre el Breogán-, y estableció un récord individual que aún perdura. Junto a él, aquel día histórico, estaba Carmelo Cabrera. Inseparables dentro y fuera de la cancha, el base grancanario siempre bromea, sobre aquel encuentro, al deslizar que entre ambos se combinaron para sumar 67 puntos -65 el ala-pívot estadounidense; dos él-.

La realidad, más allá del sentido del humor de Cabrera, certifica esa sentencia y así lo apunta el propio Szczerbiak en el prólogo de Carmelo Cabrera. El Globetrotter blanco, la biografía sobre el baloncestista grancanario escrita por el periodista José Luis Hernández Torres y que anoche se presentó en el Club LA PROVINCIA. "Yo estoy en la lista de la Euroliga de los 35 jugadores más influyentes en el baloncesto europeo y quiero aprovechar la oportunidad (...) para decir que gracias a Carmelo Cabrera estoy en ella". "Por la química que tenía con él", escribe el exjugador norteamericano, "yo anotaba 30 puntos en vez de 15. Mi entendimiento con él era perfecto, incluso nuestra comunicación no verbal era fantástica en la pista. Con una simple mirada o un pequeño guiño ya sabíamos lo que íbamos a hacer".

Nadie mejor que Szczerbiak, que multiplicó su rendimiento a base de convertir en canastas los pases del uno grancanario, puede definir mejor a Carmelo Cabrera, hombre generoso sobre el parqué y en la vida, que anoche recibió de vuelta parte del cariño que repartió en la vida -con o sin balón en mano-. El Club LA PROVINCIA se llenó ayer para acompañar a la leyenda y al autor del libro.

Rodeado de amigos

Con una tirada de 1.000 ejemplares en su primera edición, por el ritmo de tomos que dedicó y repartió anoche, Carmelo Cabrera superará con rapidez las mil asistencias en forma de libros vendidos. En una cita así, nadie quiso faltar para arropar a un jugador que con el Real Madrid se convirtió en el leyenda -ganó, entre otros títulos, 10 Ligas, siete Copas, dos Copas de Europa y tres Intercontinentales-. Figuras vinculadas al baloncesto de primer nivel, como Aíto García Reneses -que fue ovacionado en la sala-, Lisandro Hernández o Juan Antonio Henríquez estuvieron presentes en un acto ameno en el que Carmelo Cabrera y José Luis Hernández estuvieron acompañados, en el atril, por dos grandes amigos del mito: Santiago Galván -exjugador del Claret- y Tino Montenegro -exjugador y exentrenador de minibasket-.

"Carmelo [Cabrera] era el amo del barrio de Arenales, era el amo del patio del Claret", rememoraba Galván al tomar la palabra y hablar sobre el exjugador. "Inventaba jugadas a todas, añadía su compañero de colegio y equipo al explicar que "un día botaba el balón entre las piernas, otro te daba un pase por la espalda y al siguiente daba una asistencia sin mirar. Era el amo".

Así lo recordaría también Montenegro, quien reclamó un reconocimiento de la ciudad que vio nacer a Carmelo Cabrera en forma del nombre de una calle, una plaza o un pabellón. "Era magia en una cancha, pero fuera es una persona maravillosa, un amigo de toda la vida. Y me quedo con eso", subrayaba el diseñador algunas anécdotas -"en Granada, de niños, me hizo comer de golpe una papa brava ardiendo sin yo saber lo que picaba y luego me dijo que pegara la lengua al mármol para que me aliviara", explicó Montenegro entre carcajadas-.

Emocionado, Carmelo Cabrera dedicó el libro a todos los presentes. Y luego, se puso a dar asistencias. Como siempre.