Dos canastas sobre la bocina protagonizan el fin de semana baloncestístico. Stephen Curry y Sergio Llull han dado la victoria a sus respectivas escuadras sobre adversarios potente gracias a tiros lejanos. Más el de Llull para que el Real Madrid se imponga en Valencia, desde su campo. Pero el balear, aunque especialista en finales apretados, reconoce: "Ha sido un churro". Lo de Curry en Oklahoma (118-121), por contra, es la consecuencia natural de su talento y su trabajo sistemático. El base de los Golden State Warriors lanzó desde esa zona entre ocho y diez metros en la que se aproxima al cincuenta por ciento de acierto, más que la mayoría de jugadores de la NBA a dos metros del aro. LeBron James se rinde a su genialidad. "Es irreal. Nunca he visto nadie como él en la historia del baloncesto", escribe en Twitter. Es el territorio de Curry, un mundo propio.

El partido ante los Thunder, resuelto en la prórroga, deja registros especiales para Curry. Bate el récord de partidos seguidos anotando al menos un triple, plusmarca que ha elevado a 128 rompiendo su empate con Kyle Korver (Atlanta Hawks). El vigente MVP de la NBA, además, ha superado el récord de triples anotados en una sola temporada, dejando la nueva marca en 288, después de anotar 12. Cuando todavía restan 24 partidos, el base de Akron ha vuelto a marcar un nuevo hito. Así, deja atrás la marca que el mismo había impuesto (286) la pasada campaña; es la tercera vez que bate el récord de triples en una temporada desde la primera ocasión, cuando en el curso 12-13 borró los 269 de Ray Allen (272).

Juego colectivo

La exhibición de Curry no se quedó ahí; además, empató el récord de triples en un solo partido, con 12, una cifra que hasta el momento solo estaba en poder de Kobe Bryant -con Los Angeles Lakers ante Seattle SuperSonics en 2003- y del alero Donyell Marshall -con Toronto Raptors ante Philadelphia Sixers en 2005-.

Lo mejor de Curry es que se ha destapado totalmente sin perjudicar en absoluto al juego de su equipo -lanzado hacia el récord de victorias-, algo que se le puede afear a otros anotadores compulsivos como Harden o Westbrook. Curry tiene un porcentaje de acierto total del 51,5 por ciento, increíble para un jugador exterior. Es el segundo mejor en tiros libres (90,8%) y el tercero en triples (46,8%), cifra igualmente asombrosa porque Curry no espera el tiro librado; se trabaja él la posición y está obligado a asumir riesgos. Aún tiene tiempo de ser el quinto que más balones roba por partido (2,1) y el décimo que más asiste (6,6). Que pierda 3,4 balones por partido es un peaje escaso que su entrenador, Steve Kerr, paga con gusto. Kerr, que fue un gran ejemplo de tirador pulcro, firme en defensa y ordenado en su juego, aprecia y potencia la chispa que distingue a Curry: "Hemos llegado al punto en que nos parece normal que meta un tiro desde el centro del campo", apunta. "Steph es mucho mejor esta temporada. Lo cual es de miedo, porque la pasada ya fue el MVP".

Es esta proyección de futuro la que abre el debate. Ya se empieza a dar por asumido que Curry es el mejor tirador de la historia. ¿Y el mejor jugador? Desde su retirada a Michael Jordan se le han buscado herederos que se sostuviesen en la comparación, con Kobe Bryant y LeBron James como los más aprovechados. Jordan resuelve cualquier duda agitando sus seis anillos. Curry, que cuida la estética de su juego como Jordan, suave donde aquel era elegante, queda en manos del tiempo. En marzo cumplirá 28 años, justo a la edad en que Jordan logró su primer título. Magic Johnson aporta la clave: "Tiene una gran oportunidad de convertirse en el mejor jugador que haya visto nunca si juega a este nivel durante los próximos cuatro o cinco años".