Algo cambió en el Real Madrid en el verano de 2011. Tras años de una irregularidad contínua y sin atisbos de mejora, la sección de baloncesto de la entidad de Chamartín buscaba un giro de timón. La última gran apuesta del club, Ettore Messina, había vuelto a salir rana. El italiano llegaba de barrer con el CSKA de Moscú en Rusia. Además, en su palmarés figuraban un par de Euroligas conseguidas en los últimos años con los moscovitas. Su contratación en el banquillo parecía sinónimo de éxito. Sin embargo, su vitrina de trofeos se mantuvo intacta en Madrid. Ni un solo título en su campaña y media que estuvo en la capital. Tras su dimisión, y con su ayudante Emanuele Molin hasta final del curso 2011, el Madrid cambió de registro.
Juan Carlos Sánchez Lázaro, director del baloncesto en el Real Madrid, apostó por Pablo Laso para el banquillo. El exbase internacional apenas contaba con experiencia ACB. Aquel arriesgado movimiento explica gran parte de este Madrid.
Además del río de títulos que acumula Laso desde que llegó al banquillo blanco, para el Granca, supuso otra cosa. El vitoriano consiguió echar el candado a los revolcones que le pegaba el Herbalife al Real Madrid. Y es que la última victoria amarilla sobre los blancos data de noviembre de 2011, cuando el conjunto de Pedro Martínez superó a los de Ettore Messina por 70-59. Ese día, Taurean Green (15 puntos), Jaycee Carroll (14) y Michael Bramos reventaron el Centro Insular de Deportes para tumbar al gigante blanco. Fue un punto y aparte. Ahí se acabaron las victorias claretianas sobre el Madrid.
Desde entonces, el Herbalife se ha visto las caras con el Real Madrid de Pablo Laso 11 veces en la Liga Endesa con un balance de 11-0 a favor del conjunto madrileño. El equipo de Laso se ha mostrado siempre intratable con el Granca -tanto con Pedro Martínez como con Aíto García Reneses en el banquillo-. Un tanteo donde se cuentan dos partidos en el Playoff por el título del curso pasado. El balance se va hasta el 12-0 si se cuenta lo que pasó hace un par de semanas en La Coruña, donde el Madrid dejó a los amarillos sin Copa del Rey.
