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La eterna fe claretiana

El Granca trata de tú a tú al Real Madrid hasta el final - La afición valora su actitud combativa - El club canario no se doblegó ante su verdugo de Copa e igualó su ritmo

Báez arma el tiro ante la oposición del ala-pívot Andrés Nocioni. QUIQUE CURBELO

Aunque la cuesta sea cada vez más empinada, aunque las cosas no salgan a la primera, aunque vayan por debajo en el electrónico, el Granca no tira la toalla con facilidad, conserva la fe en sí mismo hasta el último minuto, y pocos equipos la tienen. Una vez más el combinado claretiano brindó a la marea amarilla una exhibición de juego ante el estratosférico Real Madrid, pero que no pudo apuntalar con la victoria. Sin embargo, mostró una vez más que pudo voltear el marcador en la primera mitad, cuando sometió al vigente campeón de Liga Endesa. Fue posible una remontada épica como ya lo hiciera por partida doble en la pasada Copa del Rey ante dos pesos pesados del baloncesto español: el Valencia Basket y el Dominion Bilbao.

Esa actitud de no rendición a la primera de cambio cuando las cosas se tuercen es cada vez más apreciada por la afición. Al final del choque, el Gran Canaria Arena acogió una estampa de contrastes: el plantel de Aíto García Reneses, unido en el corazón del parqué y ovacionado, mientras los de Pablo Laso, ganadores del duelo, enfilaban el vestuario entre pitos y abucheos.

Con garra y valentía el bloque claretiano trató de tú a tú a su verdugo en la final de la Copa del Rey durante gran parte del partido. El Herbalife Gran Canaria ya advirtió a su rival en el primer acto que no sería un paseo por las nubes, sino un infierno. Ambos conjuntos salieron con la intensidad defensiva como máxima directriz sobre la pizarra. Salin inauguró el marcador, pero el cuadro merengue tardó poco en entrar en el partido y tomar la delantera. Los triples de Carroll y Thompkins auguraban lo que sería un auténtico espectáculo desde el perímetro en la primera mitad: 59% de los hombres de Pablo Laso frente al 57% de los isleños.

El Granca no se doblegó. Consciente de sus debilidades y fortalezas, también imprimió un ritmo frenético de juego. Alen Omic no tenía una tarea fácil, pero empezó a hacer mella en la pintura custodiada por Gustavo Ayón. El pívot esloveno del Herbalife cazó cinco rebotes por cero del jugador mexicano.

Los de Aíto retuvieron con acierto el ataque blanco y provocaron la precipitación de varios efectivos como Thompkins, que cometió pasos por la asfixiante presión de Báez. El Granca no se dejó impresionar por un malabarismo del Chacho Rodríguez en una penetración a canasta y siguió creyendo en sí mismo. También se armó de descaro para entrar hasta la cocina, como Aguilar, que a aro pasado logró acercar al combinado amarillo a sólo tres puntos.

Regate a lo 'Zizou'

Uno de los duelos más intensos fue el protagonizado por los bases Kevin Pangos y Sergio Rodríguez. En pleno contraataque el canadiense realizó un regate al más puro estilo Zizou para deshacerse del tinerfeño y le bastó un segundo para armar el triple. El ex de la Universidad de Gonzaga niveló así el partido a 24 puntos a falta de un minuto para el cierre del primer cuarto.

Ese destello de calidad fue el preludio de un segundo cuarto apasionante, frenético y una batalla desde el perímetro. Al descanso entre ambos conjuntos habían sumado la inusual cifra de 113 puntos. El Granca ilusionó con el triunfo a la afición isleña. Saltó hambriento en el segundo periodo. Sergio Llull abrió la veda desde la línea de 6,75 metros, pero Pangos robó el balón y Aguilar también respondió con un tiro de tres.

El Chacho, que cerró su expediente de partido con 56% (5/9) de efectividad exterior, devolvió la bofetada con otro triple, pero el Granca replicó por mediación de DJ Seeley. El escolta de Redding se dejó guiar por sus buenas sensaciones y empató el choque (32-32) con una rápida penetración a canasta.

Aguilar se sumó a la fiesta del perímetro, pero el base tinerfeño del Real Madrid se mostraba infalible y fulminó el arco de tres puntos. Tres regalos ofensivos de DJ Seeley, Aguilar y Savané posibilitaron que el cuadro blanco llevara de nuevo la delantera en el marcador. El Chacho continuaba haciendo de las suyas, pero Salin también y Oliver cogía la batuta con maestría para repartir juego.

El Granca puso en pie a la marea amarilla con una actuación valiente y sin miramientos. La entrada en el parqué de Siete Palmas de uno de sus mimbres al borde del descanso fue un revulsivo para los isleños. Es el efecto Rabaseda, que pasa inadvertido en las estadísticas, pero que aflora en momentos clave y se convierte en viral. Robó un balón a Ayón, dejó la rabia en el aro y puso la máxima renta del choque para el Granca (53-48).

El cuadro amarillo tuvo el síndrome del tercer periodo. Maciulis, Carroll y Nocioni hirieron de muerte a los hombres de Aíto con una distancia ya insalvable -cercana a los 11 puntos-, pese a que el Granca luchó hasta el final.

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