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Como un motor japonés

La fiabilidad del Granca, creciente a lo largo del curso, cerró el partido frente al UCAM Murcia

Eulis Báez intenta mirar al aro entre una maraña de jugadores del UCAM Murcia en el partido de ayer. QUIQUE CURBELO

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sacó a la luz el pasado mes de febrero un estudio donde mostraba un ránking de fiabilidad de marcas de coche en función de la experiencia de 30.000 conductores en toda Europa. En ella, las compañías japonesas salían como las mejor paradas, con seis firmas distintas en el top 10. Son máquinas cuya constancia hacen que la probabilidad de abandono en la carretera sea mínimo. Si todo se revisa y se prolonga su mantenimiento dentro del calendario, no tendría por qué dar problemas. La fiabilidad en un coche es sinónimo de muchos kilómetros sin sobresaltos.

Sobre esa característica se mueve el Herbalife Gran Canaria. A lo largo de la temporada, el conjunto de Aíto García Reneses ha conseguido una fiabilidad digna de un motor japonés. Ayer, frente al UCAM Murcia no realizó un partido brillante en el juego -condicionado en parte por el rival-, pero fue suficiente para cerrar su decimoquinta victoria en la Liga Endesa.

La carretera por la que transitó en el Arena el equipo de Aíto García Reneses no era de un trazado firme. Porque el equipo de Fotsis Katsikaris planteó un partido peleón, de garra, con unas defensas al límite. Baches que el Granca pudo ir superando a medida que caminaban los cuartos.

Uno de los primeros problemas a los que se tuvo que enfrentar el equipo amarillo nació de sus propios errores. La contundencia con la que el UCAM frenaba al Herbalife no se veía reflejado después en el marcador. Así, el aro escupía cada tiro libre que se lanzaba. En el primer acto del partido el Herbalife sólo pudo anotar tres lanzamientos en nueve intentos desde el 4,60 -un 33% de acierto-. Porcentajes más propios de la línea de tres que desde la personal. Ése era el primer desbarajuste que tenía que arreglar el equipo claretiano, si no quería ver peligrar la victoria. La jugada, por el momento, le salía perfecta al Murcia.

Por otro lado, tenía un problema en el juego interior. La pareja de pívots Serhiy Lishchuk-Vitor Faverani se comía la zona del Granca. El brasileño lo hacía todo bien y todo demasiado fácil. Alen Omic, con dos faltas seguidas en el primer cuarto, necesitaba tiempo en el banquillo. El ex de los Boston Celtics se hizo fuerte en la pintura recibiendo y soltando el balón sobre el aro con facilidad. Con Pasecniks demasiado endeble a sus ojos, y con Savané frenándolo a rachas, Faverani se creció. Al descanso, el cinco de Porto Alegre se marchó con 12 puntos y cuatro rebotes. Era la gran amenaza del UCAM.

Contener al tándem

Pero no estaba solo. Porque por ahí andaba Facundo Campazzo. El base argentino dinamitó el partido por momentos. Bien en la dirección, eficaz en las penetraciones y dejando una exhibición de poder en las piernas, lanzó al UCAM. Otros 12 puntos para él al descanso, con acciones de lujo como un crossover sobre Alen Omic, que, roto desde el suelo, vio como Campazzo clavaba el triple. El tándem y la incapacidad del Granca para atacar sin correr durante gran parte del choque hizo que el UCAM soñara con rascar una victoria de Siete Palmas.

Con el Granca sin desplegar todo su potencial en el parqué, lejos de su mejor versión, utilizó su versión más práctica para circular por el partido. Una cara que no es tan vistosa, pero sí igual de efectiva. La clave: el músculo colectivo que dejó patente el Granca un día más sobre el parqué, capaz de poner en orden un encuentro que durante gran parte del tiempo dominó el UCAM Murcia.

La fiabilidad de este Granca está basada en el propio equipo. No necesita siempre la mejor versión de un par de jugadores para derrotar al rival. Las variantes que encuentra García Reneses en el banquillo, con un poder de rotación muy alto decantó la batalla. Los repuestos y las piezas originales funcionan igual de bien para engranar el corazón del equipo. Pangos por Oliver; Rabaseda por Newley; Aguilar por Báez o Seleey por Salin rinden de manera similar. Poseen cualidades distintas, pero la línea de productividad del Granca siempre se mantiene dentro de sus parámetros. Es la fiabilidad en estado puro.

La elaboración de puntos entre el quinteto titular del Granca y el suplente se quedó al borde de la igualdad total ante el Murcia. Porque los cinco hombres habituales que fueron parte de la rotación de Aíto García Reneses (Seeley, Pangos, Savané, Rabaseda y Aguilar) produjeron 42 puntos; el quinteto inicial de los amarillos (Salin, Oliver, Omic, Newley y Báez) se quedó en 44. Una señal de por qué el Herbalife es tan fiable.

Por otro lado, volvió a mostrarse letal en momentos puntuales del partido. Acelerones en ataque llenos de entereza en defensa. Esa fórmula tan básica, pero a la vez tan complicada de conseguir, reventó ayer al Murcia. En el segundo cuarto, la luz de Oliver inspiró a Seeley y Salin. El primero, consiguió un 3+1 que devolvía al Granca a un partido (35-36) que siempre vio por detrás. El segundo, para calentarse con dos triples potentísimos que catapultaron al Herbalife a otra victoria más en Liga Endesa.

Ese arranque no fue suficiente. Porque el Granca tuvo que volver a sacar otro arreón devastador para cerrar el partido, mucho más igualado que lo que demostró su marcador final. Un parcial de 21-2 en el último cuarto, cuando el marcador era dominado por el UCAM (63-64) dejó la victoria en el Gran Canaria Arena. Ahí, Seeley -desatado en este tramo-, Savané y Pangos disfrutaron haciendo baloncesto.

Fue otro ejemplo más de que este Herbalife se puede quedar sin gasolina, puede pinchar una rueda, pero lo que nunca suele dar es problemas de motor. Una cuestión de fiabilidad que ya roza el Playoff.

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