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Salin contra la pesadilla

El escolta finlandés sale airoso de la estrecha vigilancia de Bost desde el perímetro - Rabaseda, clave defensiva y ofensiva en el cuarto acto

Salin contra la pesadilla

Siempre en los encuentros de baloncesto, donde hay mucho en juego, uno o dos jugadores se convierten en una pesadilla que no deja espacio para coger resuello. A veces se les hace frente y otras veces no. El destino y el músculo colectivo hicieron que el Herbalife Gran Canaria despertara ayer de un mal sueño que provocó el Stelmet en las manos de tres monstruos. Desde el exterior, Gruszecki y Koszarek, y Borovnjak en el juego interior en la primera mitad. El alero y escolta polaco, junto con el pívot serbio saltaron especialmente inspirados por llegar más lejos en la Eurocup, hacer historia con el club - desde 2003 ningún conjunto polaco alcanza las semifinales de la competición continental- y apear a uno los grandes: el combinado claretiano, subcampeón de la pasada edición y este año de nuevo aspirante al título.

Pero Salin (16 puntos) primero, y luego Rabaseda (12 puntos) ayudaron a combatir esa pesadilla asfixiante a la vuelta del descanso, cuando empezaron a controlar el tempo y rumbo del partido. Al Granca le pudo la ansiedad en los primeros compases, con regalos ofensivos, desajustes defensivos, que le hicieron ir a remolque.

Pero el escolta finés comandó un parcial de 0-6 en la reanudación para adelantar al plantel amarillo en el electrónico por 49-50. Salin salió airoso de la estrecha vigilancia que le impuso Dee Bost para evitar que lanzara desde la línea de 6,75 metros o incomodarle lo más posible. Sin embargo, Suso convirtió ese acorralamiento en visión de juego y asistió en varias ocasiones a un rocoso Omic que, libre de marca, aseguraba puntos de dos.

Hasta entonces los pupilos de Aíto García Reneses habían sudado la gota gorda tras ver algún que otro fantasma desde el perímetro. Gruszecki, con 13 puntos, y Koszarek, con 8, se hincharon a lanzamientos de tres puntos. El primer efectivo polaco, máximo anotador de la primera mitad, firmó un actuación impoluta, 3/3 (100%), y el segundo casi rozó la perfección, 2/3 (66%).

Mientras tanto, el techo serbio del Stelmet Zielona Gora, Dejan Borovnjak abrumó a Pasecniks sobre la pintura. El rostro del joven letón, desencajado y acalorado, no entendía lo que estaba pasando. Miraba al banquillo para encontrar una dosis de consuelo o aliento. Pese a que saltó al parqué del Centrum Rekreacyjno Sportowe en el quinteto inicial e inauguró el tanteador, sus buenas intenciones no fueron suficientes. A Pasecniks le pudo la responsabilidad de sustituir a Sitapha Savané, que no disputó ningún minuto en todo el encuentro. El eterno capi estaba tocado de un golpe en la rodilla en el entrenamiento de la mañana de ayer. El joven letón no se entendía ni con Oliver ni con Dj Seeley en la recepción de balones, y Ponitka incluso le puso un gorro.

La amenaza de Gruszecki y Koszarek en la primera parte, se convirtió en su propio temor en el tercer acto. El despliegue defensivo de Newley, Salin y Oliver les tenía bien atados. Asimismo, Pangos controlaba el ritmo del choque. Pero la reacción polaca no tardó en llegar, con un parcial de 0-8 comandado por el base Dee Bost y el pívot Adam Hrycaniuk.

Entonces Rabaseda dio el primer aviso: niveló el marcador (61-61) desde la personal. En el acto final, el alero catalán (12 puntos) dio un paso al frente cuando respondió con la misma bofetada de tres que metió un Bost resucitado. Rabaseda defendió con uñas y dientes y lanzó un contraataque que Pangos transformó en un triple de oro. Una máxima renta de 10 puntos (71-81) que era casi irreversible. Se acabó la pesadilla y el Granca empezó a soñar algo bonito: la semifinal está más cerca.

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