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Las lecciones de Miles Davis

Al Granca parece que le agitan las derrotas en las finales disputadas ante Khimki y Real Madrid

Dejan Borovnjak, en su regreso a la Isla, salta con Alen Omic. QUIQUE CURBELO

"La vida debe vivirse hacia delante, pero sólo puede entenderse si se mira hacia atrás". La frase la soltó un día Miles Davis, entre notas en re y mi bemol dóricos descritas en el espacio al ritmo de So What por su trompeta, y descifra a la perfección la idiosincrasia del Herbalife Gran Canaria, un equipo que se formó en el patio de un colegio claretiano en los años 60, que asomó la nariz por primera vez en la élite del baloncesto español entre goteras y apagones de luz en el pabellón de Tamaraceite durante la década de los 80 y que ahora, tras romper el cascarón y trazar una travesía repleta de pequeñas hazañas, ha pegado el gran estirón. De repente, casi por inercia, como si nadie lo viera venir, se ha acostumbrado a volar alto. Anoche eliminó al Stelmet Zielona Gora pese a encajar una derrota (83-86) y, por segunda temporada consecutiva, se coló en las semifinales de la Eurocup.

Ahí, tal vez, justo en el pecado lleva el Granca su penitencia: de tanto repetir esa conducta parece que brillar entre los mejores es la norma mientras el entorno que le rodea, la parroquia malacostumbrada a tanta victoria últimamente, corre el riesgo de perder la perspectiva, olvidar de donde se viene, despegar demasiado los pies del suelo y no saborear la trama a la espera de un desenlace que se acerca repleto de dificultad.

Porque en el horizonte no hay un rival del tamaño del Khimki de Moscú -verdugo en la final de 2015-, pero ni el asunto es fácil ni es lo habitual: el Granca competirá por el título de campeón del segundo torneo continental de baloncesto con Galatasaray, Strasbourg y Dolomiti Energi Trento, una serie de rivales que han dejado por el camino a unos cuantos gallos.

Para el cuadro que entrena García Reneses será la tercera aparición en un escenario así en cuestión de once meses: hace menos de un año, también en la Eurocup, dejó en la cuneta al Pinar Karsiyaka para colarse en las semifinales; el mes pasado superó al Valencia cuando parecía camino del matadero para plantarse en la penúltima ronda de la Copa; y anoche holló en la cima de otro ochomil al rematar la faena ante el Zielona Gora -al que había superado en Polonia (82-93)-.

La gasolina

El Herbalife, al ritmo que dibujaba Miles Davis con su trompeta a partir de las lecciones que recibió de Charlie Parker en la calle 52, proyecta su futuro a partir de la base de su pasado. Los golpes encajados ante el Khimki y el Real Madrid, en las finales perdidas de la Eurocup y la Copa -respectivamente-, han alimentado a un equipo que se mueve a partir de la ambición para superar sus límites. Así ha escrito las páginas más brillantes de su historia, a base de sacudirse complejos, y así encara las dos próximas noches europeas contra el Galatasaray, un rival de aúpa.

El equipo de García Reneses, un rodillo cuando le da la gana, se regula como un grande: feliz también en la Liga Endesa -quinto en la clasificación- se puede permitir el lujo de perder por 25 puntos de diferencia ante el Baloncesto Sevilla (97-72) para reservar fuerzas y liquidar cuatro días después al Stelmet Zielona Gora. Ahora, que pase el siguiente.

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