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Herbalife Gran Canaria La contracrónica (25a jornada)

Una repetición perfecta

Salin no consiguió anotar ni uno de sus triples, pero fue infalible desde la personal. En toda la Liga Endesa solo ha fallado un tiro de uno y acumula 33 aciertos de 34 intentos

Puede que no sea la manera más didáctica de cómo se debe aprender, pero la repetición funciona. Ésta es una de las fórmulas más aplicadas a la hora de empaparse con algo que se quiere grabar en el disco duro del cerebro. Da igual lo que sea, desde un conocimiento intelectual a uno mecánico. La cuestión es sencilla: insistir con lo que se quiere asimilar hasta que se memorice el tema en cuestión. Repetir puede servir incluso para engañar o convencer. Desde repetir en un cuaderno escolar frases del estilo No volveré a copiar a bombardear con mensajes sobre una versión distorsionada de la realidad, algo utilizado constantemente por la clase política.

Escoger un punto donde situarse, dar un par de botes y tomar una bocanada profunda de aire. Todo eso clavando los ojos en el aro mientras se intenta hacer una proyección positiva de lo que va a suceder cuando el balón salga de la mano. Una mano que debe seguir la trayectoria del cuero en cuanto deje de tocarlo. Antes de que la pelota vuele, los hombros tienen que estar alineados con los pies que puntearán sobre la línea. Encoger la muñeca y mantener una forma de L con el codo es otra de las reglas básicas para un tiro libre de la manera más heterodoxa posible.

¿Cuántas veces habrá repetido su particular retahíla de movimientos a lo largo de su vida Sasu Salin para hacer lo que hizo ayer? Porque cada jugador tiene sus mañas particulares. Sin botar antes de lanzar a lo Kurt Rambis -jugador de los Lakers en los 80 y 90- o a lo Rick Barry -otro exNBA de los 60 y 70- que tiraba desde el 4,60 sacando el tiro desde abajo. Si se mete, vale.

Hasta el último cuarto, el escolta finlandés no se había acercado a la línea de tiro libre. Una raya que se convirtió en su aliada para rematar al Baskonia cuando quedaban menos de dos minutos para acabar el partido. El reloj ya había consumido 38 minutos y 43 segundos de juego cuando el escolta finés lanzó el primer lanzamiento de un punto. Dentro. Era el primero de una serie casi consecutiva de otros cinco. La repetición cíclica de esa acción sextuplicada acabó con el Herbalife llevándose su decimosexta victoria en lo que va de curso en la Liga Endesa ante el todopoderoso Laboral Kutxa, prácticamente clasificado para las eliminatorias finales de la Euroliga. En total, seis puntos cimentados desde la frialdad en la ejecución en el tiro libre del escolta finlandés. Seis de seis para poner punto y final a un partido intenso, decidido por cuestiones como éstas.

Los dos primeros sirvieron para volver a poner al Herbalife por delante en el partido. Ioannis Bourousis se sacó un triple desde la frontal para ponerlo todo cuesta arriba de nuevo (83-84) con el cronómotro descontando segundos sin piedad. La réplica para devorar esa mínima renta, dos tiros libres de Salin. Tras un par de cachetones intermedios y con el Baskonia en bonus, el ex del Olimpia de Liubliana le sacó una falta más -provocó siete durante todo el partido- a Bourousis. El resultado de aquello fue calcado. Dos puntos más (91-87) para poner al Granca cuatro arriba a falta de 15 segundos.

Según los investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, Chau Tran y Larry Silverberg, una inclinación de 52 grados y que el balón de tres vueltas antes de llegar al aro, son dos ingredientes básicos para que el balón llegue al aro. Una fórmula magistral que no entiende de factores externos que invaden la cabeza del jugador, como la presión del marcador, las miradas de expectación de la grada o la trascendencia de ese tiro de ahí al final.

Con todo eso encima, Salin tampoco falló en los otros dos tiros que le quedaban antes de acabar el partido. El Baskonia no se iba a entregar fácil. Blazic clavó el triple y el partido seguía abierto a poco más de siete segundos para la conclusión. La única opción que tenían los de Perasovic era jugar la baza de enviar al Granca a la línea de personal y que fallara. En el saque de fondo, el equipo de Aíto no encontró a Oliver, pero sí a Salin. Objeto rápido de falta, el escolta echó mano otra vez a su muñeca. No había sido su día desde el perímetro, su gran especialidad (0/4), pero lo bordaba en el tiro libre. Si el Herbalife quería tener la opción de asegurarse al menos la prórroga, debía meter los dos. El mismo ejercicio de técnica individual para ponerle a su equipo el partido en la mano. Los dos lanzamientos, ejecutados con precisión láser y una calma y seguridad total, fueron para dentro (93-90). James, con Pangos delante, no acertó en el triple y el partido murió.

Un manual de cómo actuar en una situación de tensión. Ahí, las tardes de repetición de lanzamientos en Helsinki durante su infancia, las de madurez en Eslovenia y las de perfección en Gran Canaria salieron a paseo. Un nivel de ejecución que roza la excelencia. Porque el escolta del Herbalife sólo ha fallado un lanzamiento en toda la temporada regular en la Liga Endesa. En total, 33 de 34 tiros libres encestados. O lo que es lo mismo un 97,8% de acierto. Una mano casi infalible que cocinó la victoria del Granca en los últimos segundos.

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