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Cortocircuito en el control

El Herbalife perdió el rumbo del partido en Estambul con la desconexión de sus bases, Kevin Pangos y Albert Oliver

Cortocircuito en el control

Incómodo y, en ocasiones, desesperado. Son dos adjetivos calificativos que no suelen acompañar al Herbalife Gran Canaria. Sin embargo ayer, el equipo de Aíto García Reneses se chocó con estas dos realidades en la ida de la semifinal de la Eurocup en Estambul. Porque el Galatasaray machacó a la dirección amarilla y se hizo grande con una cancha enloquecida.Esa sensación fue la que desprendió ayer durante gran parte del partido el conjunto grancanario.

Dos ingredientes que cortocircuitaron la paciencia amarilla, esa condición que le llevó esta temporada a meterse en la final de la Copa del Rey cuando lo tenía todo en contra en las dos eliminatorias previas. Algo notorio durante todo el encuentro que se empezó a agrandar al cruzar el meridiano. Ahí, al inicio del tercer cuarto, el Granca recibió un portazo en la cara. La defensa insular no podía hacer frente a un Galatasaray que despegaba como un cohete, propulsado por el fervor de una grada incontrolable.

Sólo el perímetro salvaba a los amarillos de un hundimiento total. Y es que el Granca era incapaz de encontrar superioridades en su pista, jugar cómodo al pick and roll o buscar unos contra unos factibles. Correr tras el rebote tampoco era una opción. Una de las razones, el excelente nivel de acierto en el tiro que mostraba el conjunto otomano. El aro parecía tener un diámetro mayor en el lado de la pista que defendía el Herbalife. Sin opción a lanzar contrataques rápidos y sin encontrar resquicios en estático, el Granca se estancó. La semifinal estaba a punto de saltar por los aires. Sólo la movilidad de Alen Omic en la pintura y su capacidad de atracción amainaba una tormenta casi perfecta del Galatasaray, que alcanzó los 19 puntos de ventaja en ese cuarto (73-54).

Los mejores días del Herbalife Gran Canaria en esta temporada han llegado cuando tanto Kevin Pangos como Albert Oliver han fluído en el parqué. Ninguno de los dos bases tuvo ayer su mejor día de la campaña. Eso se tradujo en una escasez de ideas notable. El canadiense se quedó muy lejos de su nivel medio. Apenas repartió cuatro asistencias y se paró en los cinco puntos, con sólo un triple de cinco intentos. Demasiado poco para un equipo que encuentra en el ex de Gonzaga una opción de tiro siempre. Además se le suman cuatro pérdidas de balón, algunas fruto de la tensión del momento; otras, de despistes impropios, por lo que ha demostrado el joven base norteamericano.

Pangos tuvo problemas incluso para subir en balón. Buena parte de la culpa de ello estaba en las defensas altas y bien planteadas de los de Ergin Attaman. Una presión que ahogaba al canadiense a la hora de dar los primeros pasos para buscar el aro rival. Las tres faltas en el primer cuarto de Sinan Guler, a priori un gran problema para los turcos, pasó a un segundo plano cuando sus bases se remangaron.

Tanto Curtis Jerrells como Errick McCollum subieron su nivel defensivo. Lo mismo que Goksenin Koksal, artista sorpresa en la semifinal. Sus centímetros y fuerza se convirtieron en clave para frenar el ataque de los exteriores del Gran Canaria. Pero no fue lo único que hizo ayer. El escolta turco se fue hasta los 13 puntos. Su porcentaje de acierto en tiros de campo: un 50% -merced a un 2/4 en tiros de dos y un 3/6 desde más allá del 6,75-. Números muy lejos de sus medias esta temporada. Koksal no consiguió anotar ni un solo punto en los cuartos de final frente al Bayern de Múnich. Tampoco consiguió ver canasta ni una vez en los octavos de final contra el Pinar Karsiyaka. Parece que el destino le había reservado todo para desesperar al Granca. Sus canastas unidas a las de otros aparentes secundarios como Chuck Davis (18 puntos con un 8/12 en tiros de dos), se convirtieron en pura frustración para los claretianos. Un triple a tablero, sobre la bocina, con un defensor amarillo delante y desde más allá de siete metros y medio, lanzado por Micov, casi por obligación ante el agobio del reloj, era otra lápida más. La puntería del Galatasaray, en pleno contacto con el azar, quería sentenciar la semifinal en Estambul.

La clarividencia de Albert Oliver ya había dado alas al Herbalife Gran Canaria en el segundo cuarto. A ella se agarró Aíto García Reneses en los momentos más conflictivos del partido. Para el tramo final, sin llevar una dirección excelsa, mejoró por momentos a un equipo que se veía muy lejos de tener opciones para recortar la ventaja. Esos momentos le fueron bien al Granca, que empezó a recortar puntos en el marcador ante un rival que corría el peligro de dejarse llevar por el placer de ir ganando de casi 20 puntos al subcampeón de la Copa del Rey.

Tanto que el marcador reflejaba un 85-75. El Herbalife Gran Canaria había vuelto. Tras encontrarse con desventajas negras, el equipo de Aíto García Reneses se revolvió en el pegajoso Abdi ?Pekçi Arena de Estambul. Apenas quedaba algo menos de un minuto para que acabara el partido y el Granca había encontrado algo de esperanza tras una semifinal que se había puesto completamente en contra, pero todo se volvió a nublar. De nuevo, el interruptor del Granca se apagó. Dos rebotes ofensivos de forma consecutiva y en la misma jugada acabaron en canasta de McCollum. Tres oportunidades eran muchas para que el Galatasaray, en día de gracia, desperdiciara tremendo momento.

Las manos, otras vez húmedas, pensaron antes que la cabeza. Decisiones incorrectas, fruto del tránsito del electrónico y del acierto local. El ruido ensordeció a los principios del Granca, siempre construido en la calma que transmite García Reneses desde la banda.

La última jugada en ataque de los amarillos, con Albert Oliver forzado, buscando un triple en carrera desde la frontal, es el símbolo de lo mal que lo pasó el conjunto amarillo en Estambul. Los catorce puntos de ventaja que debe remontar son la otra gran prueba de ello.

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