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Herbalife Gran Canaria Eurocup

Cuatro referencias camino de la cumbre

La historia del baloncesto europeo ofrece buenos ejemplos de remontadas para el Gran Canaria

Chuck Davis intenta superar la defensa de DJ Seeley. GALATASARAY.ORG

Al escalar un ochomil, los alpinistas, por la senda que lleva hasta la cima, se topan con todo tipo de referencias. Aparecen balizas que dejaron antes otros aventureros, se toman los accidentes geográficos como señales y hasta los cadáveres de los que se quedaron por el camino valen como advertencia. El miércoles, a partir de las 20.30 horas, al Herbalife Gran Canaria le toca encarar una especie de ascensión hasta la cumbre: remontar los 14 puntos de desventaja que encajó en el partido de ida ante el Galatasaray (89-75) para repetir presencia en la final de la Eurocup. Y para alcanzar ese objetivo la historia del baloncesto está repleta de buenos ejemplos.

CAI Zaragoza-Galatasaray

No fue una remontada, pero sucedió esta misma temporada y con el Galatasaray de por medio. En la penúltima jornada del Last32 de la Eurocup, el CAI Zaragoza necesitaba ganar para mantener vivas sus opciones de clasificación para los octavos de final. El equipo aragonés, con Tomás Bellas al mando, pasó por encima del conjunto de Estambul: ganó 85-68, una diferencia (17 puntos) que sería suficiente para que el Granca se colara en la última ronda de la competición continental.

Esa noche, el CAI Zaragoza no se derrumbó ni siquiera cuando el Galatasaray mandó en el marcador (20-26, al inicio del segundo cuarto). El conjunto de Andreu Casadevall se mantuvo firme, temporizó el juego y un parcial 24-8 en el tercer tiempo disparó su opciones de triunfo. El cuadro maño dominó sobre la pintura -capturó 41 rebotes, ocho más que la escuadra turca-, rozó el 60% de acierto en los tiros de dos y ató en corto la producción ofensiva de un rival que aún no contaba en sus filas con Errick McCollum y todavía mantenía en su rotación interior a Joey Dorsey -que después dejó Estambul para firmar por el Barça-.

Estudiantes-O. Liubliana

1988. El Estudiantes, con John Pinone como luz y guía del club del Ramiro de Meaztu, se cruzó en la primera ronda de la Copa Korac con el Olimpia de Liubliana. En Yugoslavia -Eslovenia aún no se había independizado-, en la ida, el equipo colegial recibió una soberana paliza: perdió por 26 puntos de diferencia. Y para elevar el nivel de dificultad a la eliminatoria, en el encuentro de vuelta el base titular del conjunto madrileño, Vicente Gil, fue baja por lesión.

Enjugar aquella deuda parecía misión imposible para el Estudiantes, pero ese día asomó la cabeza por la élite un canterano formado en las canchas de minibasket del colegio, Nacho Azofra, y ese joven base insolente capitaneó una remontada que los más veteranos dementes -miembros de la peña de aficionados más numerosa del club estudiantil- recuerdan a los más jóvenes: el Olimpia de Liubliana se dejó su ventaja en el Magariños (92-65) y el Estudiantes se coló en la fase de grupos de un torneo que ganó el Partizán de Belgrado.

Baskonia-Real Madrid

A falta de 40 segundos para el final del partido -el quinto, el decisivo, de la final de la final de la ACB de 2005-, el Tau Cerámica superaba por ocho puntos de diferencia al Real Madrid (69-61). Un triple de Gelebale, que se cruzó con el Granca esta temporada enrolado en las filas del Le Mans Sarthe, a 38 segundos animó al conjunto blanco y provocó un ataque de vértigo en las filas del Baskonia, que poco antes ya celebraba la conquista del título de campeón.

De repente, al Tau Cerámica le dio por cometer errores. Uno detrás de otro. Luis Scola falló una fácil canasta a aro pasado, Pablo Prigioni dio un mal pase y Tiago Splitter perdió el balón en un saque de fondo. Ante tanto regalo, el Real Madrid se vino arriba, martilleó la moral del rival y con un triple, desde una esquina, de Alberto Herreros -que apenas había entrado en acción y había sustituido minutos antes a Louis Bullock cuando todo parecía perdido, dio la victoria al equipo blanco y el título de campeón de la ACB.

CSKA Moscú-Olympiacos

A dos minutos para el final del tercer cuarto en la final de la Euroliga de 2014, el CSKA de Moscú barría sobre el parqué el Olympiacos (53-34). Con todo perdido, Vassilis Spanoulis -base del conjunto de Atenas- tomó el mando y dibujó una remontada imposible.

A pocos segundos del final, con el Olympiacos al acecho, Siskauskas erró dos tiros libres y en la siguiente jugada, ya a la desesperada, Spanoulis se lanzó contra el mundo y asistió a Printezis para dar la victoria al equipo del Pireo.

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