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Herbalife Gran Canaria La contracrónica

El gesto de la vida

Kyle Kuric, después de superar un meningioma, regresó a las canchas cinco meses después

Kyle Kuric celebra ayer el primer triple que consiguió anotar en su regreso a las pistas tras su enfermedad. QUIQUE CURBELO

El gesto es icónico ya. Consiste en hacer que las puntas de los dedos índice y pulgar se toquen formando una circunferencia. Los otros tres dedos se extienden al aire mientras la mano, siempre bien rígida, camina hacia la sien, casi como un saludo militar. Cuando eso sucede sólo puede pasar una cosa: Kyle Kuric, escolta del Herbalife Gran Canaria, ha vuelto a clavar un triple. Ayer, el Gran Canaria Arena y, por ende, todo el baloncesto español, volvió a ver ese gesto sobre el parqué de la mano de su creador. Porque el tirador de Evansville, después de superar un tumor cerebral, regresó ayer a las pistas de baloncesto en la derrota del conjunto claretiano ante el Valencia.

A dos minutos y cuarenta y nueve segundos para el final del primer cuarto, el Arena reventó. Fue en ese momento cuando Kyle Kuric entró en el partido en sustitución de Xavi Rabaseda. No podía ser otro. El alero de Ripoll vivió la enfermedad del norteamericano de una manera más íntima. Compañero de Kuric en su etapa en el Estudiantes, la imagen del internacional español roto por la emoción, saliendo por el túnel de vestuarios días después del diagnóstico, encogió a la familia del Herbalife Gran Canaria. Ayer, la fotografía fue otra bien distinta. Palmada, sonrisa y a jugar.

Con el recinto de Siete Palmas en pie y Kuric visiblemente emocionado, el reto para el exterior era controlar las emociones. Más de cinco meses habían pasado desde que el jugador formado en Lousville había vivido el peor día de su vida. El 3 de noviembre, tras no poder jugar en Vitoria frente al Baskonia por un severo dolor de cabeza, Kyle Kuric recibió en un hospital de Barcelona un duro dictamen médico, el que confirmaba que aquel tormento dentro de su cráneo no era una migraña, sino la presión que ejercía en su cerebro un tumor.

Sin embargo, 159 días después de aquel mal trago que conllevó tres operaciones quirúrgicas y una rehabilitación constante, Kuric regresó a las canchas. La última vez que el escolta sacó su muñeca a paseo fue unos días antes de aquel 3 de noviembre. El 27 de octubre, el estadounidense anotó 18 puntos para arrollar al Enel Basket Brindisi por 103-76. Toda una paliza a la que contribuyó con un acierto de genio: 5/8 desde el perímetro. O lo que es lo mismo, hasta cinco veces se fue su mano con su gesto al borde su frente.

De tres en tres

La primera acción de mérito de Kyle Kuric fue en el lado de la cancha que peor se le da, la suya propia. No es la defensa la mejor arma del tirador de Indiana, pero leyó a la perfección una jugada sobre la línea de fondo para sacar la falta en ataque de Romain Sato. El potente alero centroafricano tumbó a Kuric, que rascó sus primeros puntos de valoración de la tarde.

El Granca tenía de nuevo el balón, empatado a catorce ante uno de los grandes equipos de la Liga Endesa, el Valencia. El círculo tenía que cerrarse. En un tiempo muerto previo, Pedro Martínez, técnico visitante ya se había encargado de ajustar la defensa de los suyos, endeble durante la primera parte. Bajo esta presión, el balón circulaba sin fluidez por fuera hasta que llegó a las manos de Kuric, clavado en la línea de 6,75. El corazón de Kuric, probablemente a mil, perdió bombeo para centrarse en aquel balón y la canasta. La mano de Sato punteó un tiro que entró limpio, rozando con suavidad el interior de la red. Su marca, la del triple con su saludo, había vuelto al ruedo.

Un momento más que añadir a la memoria colectiva del Granca. El Gran Canaria Arena celebró la canasta como un título donde soltó la rabia y emoción contenida durante meses.

Kuric, sobre el parqué, mientras completaba su celebración miraba a la grada, hacia la zona donde se sitúan las familias de los jugadores. Buscaba en ella a su esposa con su pareja de gemelos que aún no han cumplido un año. Sonrisa infinita en la gran victoria de su vida, el mejor triunfo que podrá dar al Herbalife Gran Canaria con ese dorsal 24 estampado en la espalda.

Pero hubo más. En el segundo cuarto llegó el segundo triple de la noche para Kyle Kuric. El Granca estaba viviendo los mejores momentos del partido ante un Valencia incapaz de reaccionar por momentos. Porque el balón volvió a flotar sobre la pista para moverse de un lado al otro de la cancha. Ahí, en ese intercambio rápido de pases, Kuric se quedó solo. Y cuando pasa eso, hay de nuevo tres dedos que van a clavarse en el aire. De tres otra vez. Segundo de la tarde y final del cuarto con cinco puntos de ventaja para el Granca (42-37).

No había cambiado casi nada. Si no fuera por la banda protectora que luce en su cabeza, parecería que todo sigue en su sitio. Eso y el punto competitivo y físico que aún le falta para llegar a ser aquel escolta definitivo. El siguiente triple no entró, pero con el cuarto que lanzó no tuvo piedad. Dentro otra vez. Clavado. De nuevo los tres dedos al cielo. Los mismos tres que sus compañeros levantaban para acordarse de él estos meses.

En el vestuario, su teléfono móvil echaba humo. Cientos de mensajes se acumulaban en él. "Estoy muy feliz, realmente feliz por volver a estar con el equipo en los partidos. El partido no acabó muy bien, perdimos, pero estoy contento por poder estar con todos otra vez", explicó Kuric delante de su taquilla del Gran Canaria Arena.

La exactitud de sus movimientos con el balón, su excelente ejecución de lanzamiento dejan el trabajo de meses de dura preparación detrás. Casi nadie, ni de dentro, ni de fuera del club, le creían capaz una recuperación tan rápida. No obstante, desde los primeros días de diciembre, Kuric volvió a la Isla para empezar su rehabilitación. Volver a Gran Canaria y empezar de nuevo era la opción elegida. Ni las Navidades le hicieron pensar en volver a casa. Él, siempre creyó que podría volver a jugar antes de que acabara la campaña. "Por supuesto que siempre creí que iba a volver esta misma temporada. Tenía claro que iba a regresar antes de que acabara el año. Mi meta era el mes de marzo y probablemente estaba listo para jugar, pero quizá lo mejor para el equipo era esto", explicó el '24' del Herbalife Gran Canaria, que acabó con 9 puntos (3/4 en triples) y un rebote en apenas 12 minutos de juego.

Detrás de este regreso a las canchas hay decenas de mañanas, tardes y noches de trabajo para devolver su cuerpo al nivel normal de antes. La mecánica de lanzamiento, tampoco la ha perdido. "Ha habido un trabajo de mucha gente detrás de este día, no es sólo una cuestión mía. Tanto el cuerpo técnico y médico del club como todo el apoyo que he tenido fuera ha sido necesario para que esté bien física y mentalmente", destacó.

Todo para sentirse de una manera "natural" sobre la pista, con el apoyo de una marea amarilla "increíble". El resultado, uno de los mejores días de su vida si no llega a ser por una cosa. "El resultado del partido no fue el mejor", añade con una sonrisa. Eso fue lo único que faltó en el día de Kyle Kuric.

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