Una pataleta condenó anoche al Herbalife Gran Canaria a la derrota frente al Valencia Basket (68-84). Volaba el equipo claretiano cuando, de repente, sin motivo aparente, al inicio del tercer cuarto se fue a negro. Un parcial 0-6 dio al conjunto taronja su primera ventaja en el marcador durante el partido (42-43, min. 22) y al Granca, como a un niño malcriado al que no se le permite un capricho, le dio por borrarse ante la adversidad. A partir de ahí ya no se supo más del cuadro que entrena Aíto García Reneses. Se enredó en sus propios errores, se dejó atrapar por la ansiedad, tiró por tierra todo lo bueno que había levantado antes y emborronó el regreso de Kyle Kuric (nueve puntos casi sin fallo) tras cinco meses y medio fuera de circulación por culpa de un tumor cerebral.

El Valencia Basket, que salió ileso tras la primera buena parte que firmó el Herbalife -algún arañazo en la cara y solo cinco puntos de desventaja al ecuador del duelo (42-37, min. 20) como condena-, no perdió el control de su destino y aprovechó el mal día en la oficina de los bases del equipo local, Kevin Pangos y Albert Oliver, para levantar, palmo a palmo, con la perseverancia de un picador en busca de minerales en la galería de una mina, una victoria meritoria.

Antoine Diot cogió el balón, se quedó con el reloj, miró el panorama, encontró el atajo que llevaba hacia el triunfo y le dio la vuelta al partido. Como si fuera un moderno de Chicago que encuentra en el Southside el encanto lúgubre del Alibi Room de Shameless, el base francés colonizó el parqué del Gran Canaria Arena. Movió a su antojo al Valencia Basket. Cargó el ataque taronja a partir de Bojan Dubljevic cuando Anzejs Pasecniks se asomó por la zona para aprovechar semejante ventaja y dio con Rafa Martínez y Fernando San Emeterio cuando la muñeca de ambos ardía para dar forma a una remontada que pilló al Herbalife con la guardia baja, rebasado por los contratiempos, inaguantable frente a todos los problemas se le plantaron delante.

Entre el descanso y el final, el Granca encajó un parcial 26-47 que decidió el partido. Y ahí, en ese tramo del encuentro, no fue capaz de dar con la tecla para contener a un rival que ya no parece tan fiero como hace unos meses, pero que es un señor equipo. Al Valencia Basket ya no le acompaña el ruido de su récord de victorias consecutivas -encadenó 28 triunfos seguidos, uno detrás de otro, al inicio del curso-, pero tritura rivales en silencio a base de talento. Anoche, con el oficio de Dubljevic por dentro, el acierto de San Emeterio en el perímetro, la dirección de Diot, un poco de John Shurma por aquí, otro poco de Vives por allí y las apariciones puntuales de Jon Stefansson, Romain Sato, Luke Sikma o Martínez, tuvo suficiente dinamita para liquidar al Granca.

En el minuto 27, el equipo amarillo dio señales de vida por última ocasión. DJ Seeley y Pangos se combinaron para sumar cinco puntos y el Granca recuperó una ventaja a tener en cuenta (55-50), pero de ahí en adelante, cada paso que ejecutó el conjunto claretiano, le llevó hasta el error. Pangos y Oliver cayeron en la banalidad y el clan perdió su seña de identidad: dejó de imaginar el juego en grupo, cada uno intentó hacer la guerra por su cuenta con poca fe y ante la adversidad, entre todos, optaron por izar la bandera blanca y anunciar la rendición incondicional del Herbalife.

Llegar a ese punto, un cuarto de hora antes, aparecía en el horizonte como una quimera. Antes de que el Granca optara por una capitulación silenciosa, el equipo de García Reneses parecía una máquina bien engrasada, una especie de autómata inasequible al desaliento, un robot al que no había logrado alterar el palo recibido la noche del miércoles ante el Galatasaray al quedarse a una pulgada de cruzar la puerta grande para colarse en otra final de la Eurocup.

Sin grandes alardes, solo con buena letra, el Herbalife se proyectó como un grande sobre el Valencia Basket durante los dos primeros cuartos. Arrancó con fuerza a partir del acierto de Sasu Salin -ocho puntos seguidos en el arranque-, el buen criterio para buscar los pocos puntos débiles del adversario -buscar la pintura cuando Shurma ejercía de ala-pívot- y la energía que transmitía Kuric. Y así, con un 55% de acierto en los tiros de tres, llegó a tener hasta 11 puntos de ventaja (29-18, min. 13).

El triunfo de Kuric

El 27 de octubre, con el Enel Basket Brindisi, Kuric disputó su último partido hasta el momento. Aquel día, en la primera fase de la Eurocup, anotó 18 puntos. Anoche, cinco meses y medio después, se fue hasta los nueve puntos. Entre uno y otro punto, el escolta de Indiana, ha logrado el triunfo de su vida: superó un meningioma -tumor cerebral-. Ahora, tras esa victoria, podrá ayudar al Granca rumbo al Playoff por el título de la Liga Endesa.

El regreso del jugador estadounidense fue la mejor noticia del día para un Herbalife Gran Canaria que, con las piernas pesadas y las ideas nubladas -Newley, que solo estuvo en pista cinco minutos, protagonizó un enfado con Aíto evidente en el banquillo, se convirtió en juguete para el Valencia Basket durante la segunda parte.