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Vela latina canaria Bien de Interés Cultural

Con ADN de barrio

Este deporte centenario florece por la devoción de los seguidores al bote de su zona - Auténtico emblema de la capital grancanaria

Los botes de vela latina canaria siempre dejan bellas imágenes en la bahía de la capital grancanaria.|

Como ha ocurrido en épocas pretéritas, los incondicionales de la vela latina canaria confían en que su reconocimiento como Bien de Interés Cultural ayude a revertir la situación actual de proa al marisco, y poder así reverdecer aquellas épocas gloriosas, cuando los botes eran santo y seña de los barrios de la capital grancanaria, ciudad que tiene como patrimonio exclusivo a este deporte.

Los antecedentes de esta especialidad deportiva los encontramos en la actividad portuaria y pesquera de Las Palmas de Gran Canaria a finales del siglo XIX y principios del XX. Los cambulloneros se dedicaban a realizar pequeñas transacciones comerciales, principalmente por medio del trueque, entre los barcos atracados en el muelle y los pequeños comercios situados en tierra. Estas transacciones dan pie a competencia, por lo que se van a instaurar pequeñas regatas o pegas entre ellos, con el fin de poder realizar el mayor número de ellas. Un fenómeno parecido surge entre los pescadores.

Para tener constancia de la primera regata oficial entre estas singulares embarcaciones, tenemos que retrotraernos hasta el 24 de julio de 1904, la fecha oficial que marca el nacimiento de la vela latina canaria como deporte. Con motivo de las fiestas patronales de San Cristóbal, una de las cunas históricas de esta modalidad autóctona, se organizan regatas entre el barrio marinero y el Muelle de Las Palmas, ida y vuelta. A partir de entonces, esta disciplina, única en el mundo de la vela, comienza una progresión meteórica con el transcurrir de las décadas.

En 1909, se inaugura el Real Club Náutico. Dicha entidad potencia la práctica de este deporte, pero las divergencias entre los directivos y los boteros provocan que se suspendan las regatas de manera momentánea, hasta que surge en los años treinta la sociedad deportiva Ahemón. Ésta asume la organización de pegas y concursos, convirtiéndose en el germen de la actual Federación.

Con la guerra civil y las consecuencias de la depresión de la segunda guerra mundial, se produce una paralización de este deporte en el ecuador de la década de los cuarenta. Hubo que esperar hasta los años sesenta para su resurgir. En 1961 nace el Club de Vela Latina, con el objetivo de organizar, estimular y fomentar las regatas.

Época de esplendor

En 1962, de nuevo, comenzaba la actividad con fuerza con la celebración de dos campeonatos, uno de la serie A, botes de tamaño igual a los existentes, y otro para la serie B, estos últimos más pequeños y de varias dimensiones. Más tarde, la competición se celebra en dos grupos, estableciéndose ascensos y descensos.

Era el arranque de una época de esplendor de la vela latina canaria con una flota compuesta por más de una veintena de botes, donde los principales barrios de la capital grancanaria estaban representados por míticas embarcaciones como Paca, Breca, Alcorde, Juan Rejón, Porteño, Minerva, Poeta Tomás Morales, Muelle Grande, Ciudad Alta, Alcaravaneras, Unión Risco, Unión Arenales, San Cristóbal, Guanarteme, San José, Molino de Viento, Unión Pino...

Aquellas regatas históricas eran seguidas por millares de personas a lo largo de la Avenida Marítima. Allí proliferaban las apuestas. Este deporte se codeaba de tú a tú, junto a la lucha canaria, con el fútbol. Entre todos, se acordaban las fechas y horarios de competición para que unos no restaran afluencia de público a los otros durante los días de competición.

Un dato destacado es la irrupción de los patrocinadores a finales de los setenta y principios de los ochenta. Se permitió la publicidad en las velas y los clubes pudieron proseguir su andadura y paliar, de alguna forma, la desaparición de esa filosofía de deporte de barrio. Con los cambios sociales, ese sentimiento de pertenencia y las diferentes rivalidades fueron decayendo. Aquellas cantinas, o las rifas para reunir fondos para el bote de la zona, desaparecían y únicamente los nostálgicos permanecían a pie del cañón.

Nace la Federación

La vela latina canaria seguía disfrutando entonces de una buena salud. Pero a medida que iba avanzando la década, se produjo una merma en la flota. Ésta se vio disminuida hasta los doce botes, cuando anteriormente siempre se había rozado la veintena. Entonces, surge un hecho significativo en la historia de esta especialidad deportiva autóctona. En marzo de 1989, son aprobados los estatutos de la Federación Canaria, con una junta gestora al frente. Las primeras elecciones se celebran en 1991.

A partir de ahí, comienza un resurgimiento paulatino que conlleva también la recuperación del número de embarcaciones y de la emoción en las regatas con duelos atractivos como los de antaño, que hicieron reverdecer viejas estampas de una Avenida Marítima abarrotada siguiendo las regatas.

Quizás, haya que dar más valor a esta época, por la competencia de la oferta deportiva existente y también por los cambios de hábitos de una sociedad moderna más aburguesada.

Esto último puede que también tenga que ver con la situación de crisis actual de esta especialidad autóctona. La grave crisis económica global ha golpeado, y de qué forma, a la familia botera. Con una flota en mínimos históricos (sólo nueve embarcaciones en liza), el panorama no resulta nada halagüeño. Pero también la implicación de las jóvenes generaciones deja que desear.

Hoy en día, este deporte cuenta con unas infraestructuras de primer nivel después de décadas y décadas de pasar trabajitos, preparándose para competir entre los tetrápodos del Muelle Deportivo en unas condiciones indignas.

A pesar de la precaria situación actual, todos confían en que, como en otras épocas de vacas flacas, la vela latina canaria vuelva a florecer y a recuperar su espacio en el deporte canario. Para ello, su declaración como Bien de Interés Cultural puede ser un incentivo, no en cuanto a cuestiones monetarias, sino por prestigio.

Desinquietos

Juan Santana, presidente de la Federación de Vela Latina Canaria, reconoce que la situación actual que vive este deporte autóctono con más de 110 años de existencia los tiene desinquietos a todos".

A pesar de ello, el mandatario confía en que se consiga salvar la situación como ya ocurriera en épocas pretéritas, aunque reconoce que "vivimos la peor crisis" de esta modalidad.

Señala que la próxima temporada mejorará en algo la situación, "porque confío en que botes como el Roque Nublo y el Porteño vuelvan a salir a competir". Sorprendentemente, Juan Santana apunta que este mal momento de la vela latina canaria no tiene a la cuestión monetaria como único causante, "sino también a la falta de compromiso de la gente".

El presidente de la Federación Canaria cree importante tomar medidas desde las instituciones, más allá de su importante apoyo con las subvenciones, como "la ley de mecenazgo". "No sólo para nuestro deporte, sino también para el resto, supondría un revulsivo, porque permitiría la llegada de más empresas privadas, atraídas por las ventajas fiscales", afirmó Juan Santana.

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