Andy Murray llevó a la agonía a Rafael Nadal, y a veces hasta la desesperación, y le venció por 7-5 y 6-4, para lograr por segundo año consecutivo la final del Mutua Madrid Open, donde el británico se medirá con Novak Djokovic, que anoche derrotó a Kei Nishikori.

Montecarlo y Barcelona quedan atrás para Nadal, campeón en los dos torneos, que llevaba 13 victorias consecutivas sobre tierra. Está fuera de Madrid y le espera Roma la próxima semana, para enderezar el rumbo hacia Roland Garros. Esa es su hoja de ruta ahora.

Ayer, el de Manacor movió durante muchas veces su cabeza en sentido negativo. No le salía lo previsto, lo planeado. "Remó", como se dice en el argot tenístico, ante el tenis directo de Murray, y el de Dunblane fue notablemente superior.

El duelo entre los dos últimos campeones olímpicos fue más que una batalla en la pista Manolo Santana. Las condiciones no favorecían a Nadal con el día gris y la humedad de la central, que permaneció con el techo abierto. Y las bolas se hicieron enormes, como temía el español que en la previa se había refugiado lacónicamente en una frase: "Espero que no se repita lo del año pasado".

A Rafael Nadal le pesaba más la bola que al escocés, que posee un tenis directo, contundente, un mejor servicio y una inteligencia privilegiada en la dejada, quizás su mayor mejora en los últimos tiempos, con la que ya avisó cuando neutralizó al checo Tomas Berdych en cuartos.

Tras superar a Nadal, Murray se jugará el título en Madrid ante Djokovic. Con el techo descubierto, aprovechando que la lluvia amainó, el actual número uno del mundo, derrotó al sexto en una hora y 58 minutos (6-3 y 7-6 (4)), y optará de nuevo por el título que conquistó en 2011.