La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Herbalife Gran Canaria La contracrónica

Rápido, directo y repetitivo

El Granca, en un ejercicio colectivo, aplicó una intensidad total para marcar el partido a su ritmo

El ala-pívot dominicano Eulis Báez penetra a canasta ante la defensa del alero letón Davis Bertans. QUIQUE CURBELO

Unas notas que bailan en un ritmo rápido, muy rápido, sin demasiados arreglos. Solo bajo el manto de un par de acordes. Todo con una apariencia simplista y minimalista, basada en la repetición, lejos de la pomposidad y el brillo. Un golpe directo. Veloz y certero al igual que un relámpago. Con ruido, justo como en Queens se empezó a cocer la primera oleada del punk. La cuestión central, la actitud.

Así, como si estuviera sobre el escenario marcándose cualquier himno del punk, el Herbalife se envalentonó para tocarle la cara al Baskonia y mandar la serie al tercer partido. Vertiginoso, agresivo y acertado. Con esa serie de premisas se comió el Granca a todo un participante en la Final Four de la Euroliga para llevar la serie al extremo. Ahora, con la victoria que agarró el Granca ayer, el Buesa Arena decidirá qué equipo merece estar en la semifinal.

El ritmo que marcó el Herbalife Gran Canaria determinó el partido. Desde el principio, los amarillos, marcados por el compás de un público encendido al más puro estilo Centro Insular de Deportes, salió dispuesto a comerse al Laboral Kutxa. El Granca sentía cada balón como el último. Los sistemas defensivos planteados por Aíto García Reneses valieron para comenzar a ahogar a los vitorianos. La vida para los amarillos transcurría en cada defensa y en cada ataque, donde Pangos y Oliver -mejor que el canadiense durante la mayor parte del choque- buscaba asaltar el aro contrario con velocidad.

La presión alta y el manejo del rebote eran dos condiciones indispensables para intentar cercar la superioridad presupuestada del Baskonia. Canasta a canasta, golpe a golpe, contraataque tras contraataque, pase a pase. El Granca, ágil y móvil en sus circulaciones con el balón hiló jugadas donde su versatilidad y fluidez convertía el asunto en imprevisible. Directo, sin adornos. Puro punk.

El pasado viernes en Vitoria, el Granca se perdió cuando se movió en otra escala. Con ataques mucho más estáticos corrió menos de lo que le gusta, algo que no le hizo perder sus opciones de llevarse la victoria, algo con lo que llegó al final del partido. Sin dominar el rebote, el Herbalife apenas contó con opciones de montar tiralíneas veloces con las que acabar las jugadas en el aro contrario en unos segundos.

Un par de cuestiones básicas en la forma de entender el baloncesto que tiene el Granca que ayer cumplió. Tanto como para irse en el marcador y mantener siempre una renta cómoda ante un Baskonia que no se desmoronó, pero que dio síntomas de desesperación desde el banquillo -con Perasovic ido- y en la cancha -de la mano de Bourousis y Tillie-.

Si los de Aíto García Reneses se sostuvieron de esa forma durante los cuarenta minutos fue gracias a a la aportación total de su plantilla. La intensidad de las piernas de Salin eran las mismas que las de Seeley; las ganas de robar un balón que dominaban a Rabaseda se igualaban a las de Newley; el empeño de Savané por ser más fuerte que Bourousis; el tesón de Aguilar por luchar por cada balón suelto...Conductas que ayer alumbraron al Herbalife en Siete Palmas.

La valoración global de los claretianos al término del partido superó la centena -116 por los 82 del Laboral Kutxa-. Nadie se quedó atrás en un partido donde hombres que no han gozado de regularidad durante toda la temporada como Brad Newley o Taph Savané rayaron a un nivel que dio la oportunidad al Herbalife de tener una vida más en el Playoff.

El músculo colectivo fue el mejor jugador del Herbalife Gran Canaria en un día donde gestionar los minutos y las ganas para mantener la intensidad en el juego se convertía en algo fundamental. En este sentido, el equipo no falló. Las 12 recuperaciones de balón que sumaron los amarillos o los 37 rebotes que capturó en total el equipo insular -12 más que su rival- dicen mucho. Además, durante los primeros veinte minutos, en el Granca hasta 10 jugadores habían conseguido poner algún número en su casilla individual de anotación. Por su parte, en el Baskonia, apenas cinco hombres tenían en su mano ese placer.

Con la máquina carburando a buen ritmo, el Granca tocó en el partido lo que quiso. En su ritmo loco, de compases rápidos y acordes simples pero efectivos, de esos que llegan dentro, el Herbalife se gritó a sí mismo que con todos listos, otra gesta es posible.

Compartir el artículo

stats