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Herbalife Gran Canaria Contracrónica

Una cuestión de respeto

El Herbalife cierra el curso en Vitoria con una derrota pero con la sensación de que transita por el camino correcto para crecer

"El obrero", apuntaba Karl Marx, "tiene más necesidad de respeto que de pan". Al Granca, que durante años ejerció como el equipito gracioso que incordiaba a los grandes durante la fase regular de la Liga Endesa para luego darse por satisfecho al colarse en el Playoff de turno, ahora le pasa algo similar. Como aquel proletario al que se refería el filósofo alemán -padre del socialismo científico y el comunismo moderno- tiene sed, le mueve un deseo por gozar de cierta consideración en el sistema. Y aunque las derrotas, como la que encajó anoche en Vitoria ante el Laboral Kutxa (78-71) que da por terminada su temporada, transmiten cierta sensación de fracaso, el Herbalife transita por el sendero correcto en busca de ese respeto para hacerse grande dentro de la ACB.

Hay detalles, más allá de los resultados, que certifican esas sensaciones. Anoche, mientras el Laboral Kutxa llegaba hasta el límite para ganar y clasificarse para las semifinales del Playoff -donde le espera el FC Barcelona Lassa-, en la grada del Buesa Arena de Vitoria se escuchó un cántico que, de entrada, podía parecer faltón, pero que revelaba una dosis considerable de desasosiego por las aptitudes del visitante sobre la cancha. En el último minuto del duelo, frontera que el Granca cruzó aún con opciones de obrar un milagro en la guarida del Baskonia -uno de los cuatro mejores equipos del curso en Europa, dato a tener en cuenta-, algunos aficionados del Laboral Kutxa, a coro, empezaron a entonar un "Pío pío, pum pum; pío pío pum pum" lleno de mala leche, pero que también sirve para medir el nivel de alarma en el que se movía la parroquia local cuando el reloj apuraba los últimos segundos.

Consideración

En el deporte, como en la vida, no se obtiene el respeto que se merece hasta que un contendiente de superior envergadura -física, social o económica- no repara en uno con algo de recelo en el cuerpo. Y eso, aunque al final, para muchos, sólo quede el marcador que decretó como ganador del pulso al Baskonia, es una especie de conquista para el Herbalife en su ascensión a la cumbre del baloncesto nacional. El club claretiano, a base de partirse el lomo en la cancha, se ha ganado -por una cuestión de derecho- estar entre los mejores de la Liga Endesa. Y, a partir de ahí, su reto es crecer a base de victorias para dejar atrás el sambenito de Cenicienta, un traje que le queda pequeño desde hace varias temporadas.

Cruzarse con el Granca camino de un título ya no es una asignatura de las consideradas maría. El equipo amarillo, de entrada, ya impone ciertos sobresaltos, sobre todo porque su hoja de servicios es impecable y porque empieza a mostrar algunas hazañas a tener en cuenta. Subcampeón de la Eurocup el año pasado y finalista este curso en la Copa del Rey, algunos rivales, cuando se cruzan por la calle con el conjunto claretiano prefieren optar por cambiar de acera y evitar problemas.

Lo que sucedió ayer en el Buesa Arena de Vitoria vale para retratar toda la trayectoria del equipo amarillo durante una temporada, esta que ya expira, que es inolvidable. El Granca dio la cara y firmó un partido aseado ante el Baskonia, aunque no fue lo suficientemente bueno como para asaltar la cancha del conjunto vasco, ganar el tercer partido de la serie -el desempate- y meterse, por segunda ocasión en su historia, en las semifinales de la Liga Endesa.

Al cuadro de García Reneses le faltó consistencia para tirar abajo un muro tan sólido como el Baskonia, pese a que Darius Adams -excepcional en los dos partidos anteriores de la eliminatoria- firmó un partido para olvidar -1/9 en triples y dos pérdidas de balón-. Detalles, como la tarde que encajó el 1-0 en la serie, dejaron fuera circulación al Granca en un Playoff en el que se topó a un rival más duro, más entero, que al que superó en 2013.

Dominó el Laboral Kutxa ampliamente el rebote -capturó 13 más que el conjunto amarillo- y por ahí se colapsó el Herbalife Gran Canaria, incómodo ante la imposibilidad de lanzarse a correr en campo abierto. Pese a esos problemas, pese a la candidez de algunos de sus jugadores en su primera aparición en algo tan serio como unas eliminatorias por el título de la ACB -Pangos, Omic o Pasecniks-, el equipo claretiano volvió a demostrar carácter para no entregar la cuchar ante el primer revés.

En el segundo cuarto, tras un arreón local, el Baskonia amagó con romper el duelo (38-31, min. 18, más posesión para la escuadra vitoriana) y el Herbalife, en una situación crítica -como las que superó ante el Valencia Basket o el Dominion Bilbao en la Copa o después de la cruel eliminación en la Eurocup frente al Galatasaray- encontró fuerza y determinación para salir del lío. Albert Oliver cogió el timón, Eulis Báez levantó la mano y con el dedo índice señaló el camino y el resto siguió a sus dos capitanes sin preguntar para cerrar la primera parte con una ligera ventaja (40-41).

Ni siquiera un parcial 10-0, al inicio del tercer cuarto (50-41), logró intimidar a un Granca que llegó al último minutos del partido con vida pero que no estará en las semifinales de la Liga Endesa, que seguirá un año más sin romper su techo en el Playoff de la ACB, pero que esta campaña ha hecho soñar a sus seguidores con mucho más que todo lo que indican los resultados o los números. El invento de García Reneses ha peleado por títulos, ha jugado como los ángeles y se ha ganado el respeto del baloncesto. Pase lo que pase, en el futuro, se hablará de este equipo. Y será para bien, porque se ganó el respeto de todos.

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