Un gol en propia meta del veterano defensa norirlandés McAuley, que despejó a la red un buen centro al área pequeña de Bale cuando acechaba Robson-Kanu, permitió a Gales clasificarse para cuartos de final de la Eurocopa y detuvo en seco la aventura de sus rivales británicos.

Fue el epílogo de un partido trabado, poco fluido y de pocas ocasiones, un homenaje a un fútbol a la británica pasado de moda, en el que los galeses propusieron más y los norirlandeses tiraron más.