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Juegos Olímpicos

Todo empezó por error

La familia de Ray Zapata emigró a Lanzarote por el mal diagnóstico de un doctor - Ahora es candidato a medalla: "Llevo bien la presión", asegura

El gimnasta Ray Zapata vuela durante un entrenamiento en el CAR de Madrid. Fernando Villar / efe

La vida de Ray Zapata cambió por completo en la consulta de un doctor de la República Dominicana. El joven, que por entonces no había llegado a los ocho años, sufría unos dolores de cabeza muy fuertes. Se trataba de una migraña severa y muy preocupante para su edad, como le confirmaron más adelante, pero un médico diagnosticó por error "principio de epilepsia". Nunca sufrió un ataque, pero se tuvo que someter a un tratamiento con medicinas muy potentes y de un alto precio. Su familia, que vivía con lo justo todavía en la República Dominicana, no podía pagarlas, así que sus padres tomaron una dura decisión: Raysa, su madre, emigró a Lanzarote. Ella sola en Arrecife, donde la acogió su cuñada, tenía que multiplicarse para ayudar a su marido y a sus cuatro hijos, que se quedaron en su país de origen. Pero Raysa se buscó la vida y, como empleada de hogar, ganó dinero que envió a su marido para que Ray pudiera tomar sus medicinas.

"Su infancia fue muy bonita, todos los vecinos le querían mucho, pero tuvo alguna dificultad por esos dolores de cabeza y esos medicamentos. No podía pagarlos y no lo podía sacar adelante, por eso me vine a Lanzarote", narra su luchadora madre. Así ocurrió hasta que Raysa, ahora propietaria junto a su marido, Julio Zapata, del bar Tinache en Arrecife, se puso en contacto con una asociación de epilépticos en Canarias: "Nos dijeron que la epilepsia se tiene o no se tiene, no hay un principio. Así que le hicieron nuevos estudios, primero en Santo Domingo y luego también en Lanzarote, diagnosticaron que no tenía nada y le quitaron el medicamento poco a poco. Casi me matan al muchacho", recuerda.

Raysa llegó a Lanzarote en el año 2000 y estuvo más de dos años sin ver a su familia para cuidar la salud de Ray. Cuando consiguió la nacionalidad española gracias a la Ley de Arraigo Social pudo traer a todos. Así, 16 años después de la llegada de su madre a la isla conejera Ray Zapata no solo tiene totalmente superado aquel episodio de su infancia que marcó su destino, sino que es olímpico.

La "adrenalina" de los saltos

Ya instalado en Lanzarote, a donde llegó cuando apenas tenía diez años, encontró en la gimnasia artística su hobby. "Empezó haciendo atletismo y baloncesto, era un chico muy enérgico y necesitaba hacer mucho deporte", relata la madre. Combinó los dos hasta que descubrió la gimnasia, que ahora es su pasión. "Mis hermanas practicaban gimnasia, un día fui a ver una exhibición y vi a chicos haciendo mortales, saltos y me gustó, así que me apunté", recuerda el ahora aspirante a medalla. "Lo que más me ha gustado siempre de este deporte son los saltos, me encanta, da adrenalina", confiesa.

Tras la visita al gimnasio, otro episodio fortuito que marcó su camino, el trabajo de Ray ha hecho el resto. Desde entonces no ha parado de evolucionar hasta convertirse en la gran esperanza de la gimnasia artística española, el candidato a dar continuidad a los éxitos de Gervasio Deferr, oro en Sídney 2000 y Atenas 2004 en la modalidad de salto y plata en Pekín 2008 en suelo. El catalán es precisamente la referencia de Zapata: "Es el gimnasta por excelencia de España en los últimos años", admite. Su madre, Raysa, recuerda lo mucho que idolatraba su hijo a Gervasio: "De pequeño cuando iba a competiciones siempre volvía con medallas y premios. Le encantaba Gervasio, decía que era el mejor. Yo le decía que seguro que iba a superarle y él se reía y me decía que era imposible", confiesa Raysa.

Y eso que Ray empezó en gimnasia a los once años, mucho más tarde que sus compañeros de club en Arrecife: "Iba con retraso con respecto a los demás, que llevaban ya desde los cinco años apuntados. Fue un obstáculo pero al año siguiente ya estaba a buen nivel. Se me daba bien", admite. Tanto que muy pronto comenzó a ganar campeonatos de Canarias, en suelo y en salto, las modalidades en las que competirá en Río de Janeiro y a las que más tiempo ha dedicado en su carrera. Tres años después de su llegada consiguió la nacionalidad y no tardó en ganar metales en torneos nacionales. El desenlace que estaba por llegar era inevitable: "A los 17 años me ofrecieron irme a entrenar al Centro de Alto Rendimiento de Barcelona con la dirección técnica de Víctor Cano", comienza. "Estuve entrenando con ellos tres años y luego la selección me llamó para formar parte del equipo, para competir a nivel internacional y entonces decidí irme a Madrid con 20 años", añade.

Doce primaveras después de visitar una exhibición de su hermana su vida gira en torno a la gimnasia: "Me levanto sobre las 9 y desayuno. Entreno desde las 10 y media hasta las 2, luego como y hago una pequeña siesta. Vuelvo a entrenar desde las 4 y media, pero de una manera más suave, con fisioterapia, sauna, spa y demás para descargar músculos y descansar. Este año decidí dejar los estudios -técnico de actividades físicas deportivas- de lado para centrarme especialmente en los Juegos Olímpicos y después de Río lo retomaré", detalla sobre su día.

A pesar de que estas declaraciones las realiza a primera hora de la mañana para no romper su cargada rutina de entrenamiento, asegura que es muy feliz con su exigente día a día: "El único sacrificio es estar lejos de tu familia, pero ya soy mayor e intento tomar mi propio rumbo. Realmente no hay ningún sacrificio más por ser gimnasta, pero si te gusta la gimnasia no es ningún sacrificio, es un trabajo que tiene su recompensa", indica. Por eso, nunca ha tenido dudas: "Es algo que me gusta y cada vez me salen las cosas mejor, lo que me motiva para seguir adelante", asegura Zapata, que ahora entrena con Fernando Síscar, el seleccionador español.

Las ayudas de Canarias

La prueba de su evolución es el bronce en el Mundial del año pasado en Glasgow: "Te hace sentirte presionado porque cuando consigues resultados siempre te van a exigir más. Si consigues una medalla de oro te van a exigir que consigas otra. Pero la presión la sé llevar bien porque solo pienso en lo que he entrenado, en lo que tengo que hacer y no en lo que digan que tengo que conseguir. Si logro medalla será bueno para mí y para todos, y, si no, pues a seguir trabajando", responde con sencillez.

Ray admite que en su trayectoria han sido fundamentales las ayudas de Canarias: "No estoy tan satisfecho con las ayudas del archipiélago en el último año. Desde las elecciones se paró un poco. Pero en los años anteriores sí me ayudaron mucho. Si consigo medalla y los políticos quieren hacerse una foto conmigo lo aceptaré. En los anteriores años no me puedo quejar y no me puedo olvidar de eso, sin esas contribuciones que recibí en su momento no podría estar aquí", sentencia. Y sin el grave error del doctor, tampoco.

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