El holandés Tom Dumoulin (Giant), la mariposa de Maastricht, voló como el viento en la contrarreloj disputada entre Bourg Saint Andéol y La Caverne du Pont D'Arc, de 37,5 kilómetros, en una jornada de lágrimas en recuerdo de las víctimas de Niza que reforzó el liderato de Chris Froome.

Dumoulin, el gigante que casi gana la Vuelta a España 2015, se lució en el esfuerzo e impidió otra exhibición de Froome, a quien se impuso por 1.03 minutos, a una velocidad superiora los 44 km/h. Al tercer lugar se encaramó por sorpresa el campeón portugués del Movistar Nelson Oliveira, a 1.31.

En la lucha de la general, el ganador fue Froome, impotente para alcanzar a Dumoulin, pero capaz de alejar a sus rivales directos, sobre todo a Nairo Quintana, a quien metió 2.03 minutos. Un buen mordisco al colombiano, a merced del viento huracanado.

Salvaron el tipo Alejandro Valverde, a 1.45 de Froome y el holandés Bauke Mollema, que se sube a la segunda plaza de la general a 1.42. También dio la talla el joven Adam Yates, maillot blanco, en puesto de podio a 2.45.

Se empiezan a complicar las cosas para Nairo Quintana, cuarto a 2.59. El de Cómbita se agarra a que "queda mucha montaña", pero ya se aleja peligrosamente. Quien no se descuelga es su compañero Valverde, que le sigue a 3.19, con ganas de repetir el podio del 2015.

Fue extraño vivir sin megafonía, sin animación, sin entusiasmo convertido en aplausos el goteo de ciclistas que iban llegando. El recuerdo del atentado de Niza apagó el volumen, pero no el espíritu del Tour, que apostó "por no doblegarse a los que tratan de cambiarnos la forma de vivir", según afirmó su director, Christian Prudhomme.

En el podio formaron sin música ni aplausos los cuatro maillots; el blanco de Yates, el verde de Sagan, el de puntos de De Gendt y el amarillo de Chris Froome, junto al ganador de la etapa, Dumolin. Un minuto de silencio puso una lágrima de emoción dedicada a Niza, en el corazón de toda la caravana el Tour de Francia.