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Baloncesto

Un máster con matrícula en Canadá

El técnico grancanario Raúl Rodríguez conquistó la liga canadiense en su primera temporada con los Halifax Hurricanes

La plantilla de los Halifax Hurricanes celebra el título de la NBLC que consiguieron esta temporada con Raúl Rodríguez -primero por la dcha.- como técnico asistente. HALIFAX HURRICANES

Cada día de partido se repite el mismo ritual. Los aficionados quedan en el Sport Bar más cercano a sus casas, piden alitas de pollo, alguna jarra de cerveza y se enchufan a la televisión para seguir a los Toronto Raptors. La única franquicia de la NBA que se sale fuera de las fronteras estadounidenses, son los Raptors, el equipo de todo un país: Canadá. Si no son Kyle Lowry y compañía los que copan la pantalla, son los duelos de la liga nacional de hockey hielo -el deporte rey del país- los protagonistas de la programación.

Sin embargo, en medio de los Raptors y del hockey, cada vez asoma más la cabeza la Liga Nacional de Baloncesto de Canadá. Un lugar que ha coronado el grancanario Raúl Rodríguez, exdirector de cantera del CB Gran Canaria. Al lado de Hugo López, el entrenador de Santa Brígida consiguió levantar el trofeo de campeón de la NBLC con los Halifax Hurricanes. "Ha sido un año maravilloso, con cosas buenas y cosas malas, pero la sensación es que ha sido una temporada buenísima", narra Rodríguez en la cancha de La Vega de San José, lugar donde el Granca esculpe su talento en la base.

El pasado curso, Hugo López, exentrenador del Fuenlabrada, criado al regazo de Pablo Laso en el Real Madrid y el Lagun Aro, tuvo la oportunidad de cruzar el charco a Canadá. No era la primera vez que el preparador vallisoletano impartía su magisterio en Norteamérica. En sus inicios como entrenador ya dirigió al Northwestern High School de Pennsylvania y asistió en la Universidad de Edinboro de la NCAA II. Hace un par de años, también tuvo una experiencia en África con los Malabo Kings de Guinea Ecuatorial.

"A nuestro General Manager le gustaba mucho el baloncesto europeo. De hecho, antes que nosotros ya hubo un español, Pep Clarós. Tiene tendencia a buscar ese tipo de entrenador, que haga un equipo más sólido, sin tantas individualidades. A través del GM de Toronto, buscando entrenadores europeos, contactaron con Hugo y después él me lo ofreció a mí", explica Rodríguez.

Entonces, no tardó ni un "par de segundos" en decidirse a probar en Canadá. El exdirector de cantera del Herbalife Gran Canaria ya sabía qué era eso de entrenar en el extranjero. En 2013, junto a Carlos Frade, exasistente del cuadro claretiano, se embarcó en una aventura al corazón de Europa. El tándem fichó por el Alba Fehervar de Hungría y cumplió su contrato de dos cursos. Tras un año en Malta mejorando el inglés, Rodríguez hizo las maletas de nuevo para emprender otra aventura más, en este caso más allá del Atlántico.

Los incios, sin embargo, no fueron fáciles, sobre todo por la mentalidad estadounidense del baloncesto que tienen. "Al final, parece casi otro estado más de Estados Unidos", señala. En una liga "deconocida" para López y Rodríguez, pronto se dieron cuenta de que allí, por encima del colectivo, primaba la individualidad en el juego. "Las plantillas están confeccionadas con ocho jugadores estadounidenses y cuatro canadienses. Cuando los americanos vienen a Europa, son eso, los americanos, los que quieren liderar al equipo. Si controlar el ego de uno o dos es a veces complicado en Europa, imagínate a ocho en Canadá", comenta siempre con una sonrisa puesta.

Delante de este cuadro, además de los aspectos tácticos del juego, el control de los ánimos se volvió en una prioridad. "Es un baloncesto donde prima el yo por encima del nosotros. Cambiar eso nos supuso varios meses de trabajo", añade. Un cambio de mentalidad que no contó con una "palanca mágica" y sí con el trabajo diario. "Nos fuimos ganando su credibilidad poco a poco con las cosas que íbamos probando. Cuando empezaron a caer victorias, creo que cambió el ego de los chicos. Es como si hubieran pensado: "Oye, igual los dos entrenadores blanquitos estos saben de qué va el tema", explica.

Pero además de lo que pasaba en la cancha, Raúl Rodríguez recuerda la profesionalidad que destilaba el club en una competición tan joven como la NBLC -inaugurada en el curso 2010-2011-. "Son como los alemanes de Estados Unidos. Están muy bien planificados, si te decían que un día se le solucionaba el visado a un jugador, ese día cumplían; que necesitabas el número de la Seguridad Social y no tenías cita, te la pedían y allí estaba ese día", rememora. Cubiertos en el apartado logístico y financiero, sólo se tenían que preocuparse por entrenar y entrenar.

Disciplina ante el físico

Las victorias siguieron haciendo creer a la plantilla. Los sistemas defensivos empezaban a cuajar en un baloncesto "muy físico", regido por las normas FIBA. "La influencia de la NBA es enorme. Juegan a otra velocidad. Pero también tienen carencias en táctica individual que igual aquí entiende cualquier jugador cadete, aunque dependa de la Universidad que vengan. Sin el sentido colectivo, era difícil", reconoce Rodríguez.

Cada día que pasaba era un avance más para los Hurricanes. Tanto que se colaron en el Playoff de la competición como primeros de la División Atlántica. "Llegamos muy bien e hicimos un 3-0 y un 4-0 que nos dio muchísima vida", aseguró. Tras diez días parados, en la gran final de la competición, cayeron derrotados en el primer choque frente al London Lightning. No obstante, se recuperaron del golpe para levantarse, remontar y levantar la serie en el partido decisivo. "Fue algo realmente muy bonito. Nos costó, pero lo conseguimos", recuerda. Todo un máster en baloncesto que Raúl Rodríguez recogió con matrícula de honor.

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