Gonzalo Higuaín reventó el mercado italiano. La Juventus hizo efectiva ayer la cláusula del delantero argentino (90 millones de euros) y deja al Nápoles -su gran rival en el último campeonato de Liga- sin su principal referente. Una forma de potenciar su plantilla, una manera de laminar la del adversario. Higuaín firmó la pasada temporada el récord de goles en la historia de la Liga italiana. Marcó 36 (y eso que estuvo cuatro partidos sancionado en el tramo final por haber sufrido una expulsión) y agrandó la leyenda que le acompaña en los campeonatos de Liga donde ha anotado 189 goles en 323 partidos. Números descomunales que sólo dos tipos irrepetibles como Cristiano Ronaldo y Messi se atreven a mejorar.

El argentino además devuelve el esplendor al maltrecho campeonato italiano, que había perdido en los últimos años su supremacía económica por culpa de la pujanza de la Premier y de los dos equipos españoles. Este traspaso casi dobla el más caro de la historia en Italia hasta el momento. Era el de otro delantero argentino, Hernán Crespo, que le costó 55 millones al Inter cuando se lo compró al Parma. Las cifras de Higuaín están a otro nivel, al de los mayores negocios de la historia del fútbol. De hecho, sólo Neymar (cuyo valor real nunca ha quedado claro y siguen multiplicándose las versiones sobre el precio que pagó el Barcelona al Santos), Gareth Bale y Cristiano Ronaldo están en la misma categoría de un traspaso con el que la Juventus, tras perder a Álvaro Morata, espera dar el salto de calidad necesario para aspirar a luchar por Liga de Campeones, competición en la que el exjugador del Real Madrid mantiene un evidente desencuentro. Nueve goles en cerca de cincuenta partidos es su bagaje en el gran torneo continental y uno de los habituales argumentos con el que sus detractores tratan de infravalorarle.

Higuaín llegó al Nápoles en verano de 2013 para ocupar el importante hueco que la venta de Cavani al PSG había dejado en Nápoles. El Pipita llegaba rebotado del Real Madrid, donde había chocado con una parte de la crítica y de la grada. Pese a que su rendimiento siempre había estado por encima del de Benzemá, el francés tenía la maquinaria del club de su lado y la situación era imposible. No había hueco para todos en el once y el Real Madrid tomó la solución que menos descontentos dejaba, vender al argentino por 37 millones. Su idilio con la grada de San Paolo no tardó en producirse. Anotó 24 goles en su primera temporada en Italia y ganó el título de Copa. Al año siguiente, la temporada fue un suplicio. El Athletic les eliminó en el play-off de entrada a la Liga de Campeones, la Liga fue regular y aún encima en el último partido erró el penalti que le hubiera servido para acabar tercero y entrar de nuevo en la Champions. ElNápoles fue finalmente quinto y un sector de la grada la tomó con él.

Sin embargo, la llegada al banquillo del cuadro azul del entrenador Maurizio Sarri lo cambió todo para el argentino, que recuperó entusiasmo y logró entrar definitivamente en la historia del calcio italiano. En el último curso, el exmadridista anotó 36 dianas y batió el récord histórico de goles en una temporada de Serie A, al superar al sueco Gunnar Nordahl, que había marcado 35 tantos con el Milán en la temporada 1949/1950.

La relación con los napolitanos y con la Curva A del estadio San Paolo creció constantemente con el pasar de las jornadas y al final de cada partido disputado en casa Higuaín se acercaba al público para cantar la canción del enamorado (un cántico típico de Nápoles).

A pesar de eso, al terminar la temporada, Higuaín se mostró insatisfecho por el mercado planeado por el presidente Aurelio De Laurentiis, lo que alimentó las especulaciones sobre una posible salida del argentino del club napolitano. Y el dinero del norte (del odiado norte, a ojos de un aficionado cualquiera napolitano) se ha llevado a Higuaín a Turín, donde tratará de saldar una vieja cuenta con la Liga de Campeones y olvidarse de las finales perdidas con Argentina, otra de esas pesadillas que le persiguen seguramente por las noches.