Este es un torneo muy especial para los jugadores grancanarios que regresan a casa para jugar ante su público. ¿Cómo lo está viviendo?

Desde 2013 no se celebra aquí una prueba de este nivel, por lo que para Jordi [Muñoz] y para mí ha sido un torneo muy especial. El calor del público es increíble. Lo hemos notado desde antes de la celebración del torneo. La gente ya nos mostraba su cariño por las redes sociales e intuíamos que iba a ser especial y lo hemos comprobado. La gente está en las gradas y en todos los partidos nos apoyan. En el caso de Gran Canaria el boom del pádel ha llegado más tarde, pero está yendo en aumento. Cada vez hay más clubes y más jugadores profesionales que buscan dar el salto.

¿Cómo valora el campeonato que están realizando?

Teníamos a priori un cuadro muy difícil. Lo hemos planteado bien y nos están saliendo las cosas. Jugar delante de esta afición es un factor importante y nos da un plus de energía. No solo jugamos por nosotros, sino que tenemos ganas de hacerlo bien por nuestra gente.

¿Cómo se alcanza el nivel de compenetración que muestran las parejas en la pista?

Es un factor que se entrena y a eso le debes sumar el tiempo que pasamos juntos. Nosotros tenemos un hándicap. Mi compañero Willy Lahoz vive en Santander, por motivos laborales, y yo lo hago en Madrid. Jugamos juntos hace unos años y ya nos conocíamos, pero todo es un trabajo de equipo y tiene un componente emocional. Con tu compañero es como un matrimonio si congenias bien y tienes una forma parecida de entender el deporte y la vida se acaba traduciendo en la pista.

¿Cómo son los entrenamientos de los jugadores de pádel?

Dependen de la época. Al ser una competición de 8 meses contamos con una pretemporada muy larga. Entrenamos alrededor de 4 o 5 horas diarias en las que combinamos trabajo físico con algunos partidos. Por el contrario, durante la competición entrenamos alrededor de dos horas y media.

¿En qué se basan para elegir a los compañeros?

Nos solemos fijar en las características del juego. Siempre se busca el equilibrio aunque en nuestro caso somos una pareja atípica. Él es un jugador muy talentoso, pero en lo agresivo es muy similar a mí. Por tanto, hay ocasiones en las no tenemos equilibrio en la defensa. Esto puede salir bien o no. Cuando atacamos nos beneficia pero en el caso a la hora de defender tenemos que emplearnos.

Sus comienzos fueron en el mundo del tenis, pero con el paso de los años acabó decantándose por el pádel. ¿Qué le llevó a ello?

En mi caso, el tenis lo dejé muy pronto y, por el contrario, el pádel lo descubrí muy tarde. Cuando era niño competía en tenis a un alto nivel, llegué a ser campeón de Canarias. Pero a los 15 años tomé la decisión de dejarlo. Ya con 25 o 26 años dando clases de tenis descubrí el pádel. Fueron dos etapas diferentes por la edad que tenía. El tenis lo recuerdo como una época de soledad, era estar solo entrenando o compitiendo con los demás. En cambio, el pádel llegó en otra etapa de mi vida. Me gusta el hecho compartir y tener un equipo. Encima es un deporte que combina los elementos que más me gustaban del tenis, la volea y el ataque, con lo que me acabé enamorando.

¿Qué similitudes y diferencias hay entre ambos deportes?

Parece que entre ambos deportes hay muchas similitudes por el tema de la raqueta y la pala, pero no hay tantas. Los entrenamientos no tienen nada que ver y el tema físico tampoco. En el tenis, un punto que te dura entre 20 y 40 segundos es largo. En el pádel, eso es lo normal y es más intenso.